Sí, por negros y pobres

Esa es la misma razón que se puede dar para explicar lo que impulsa a los nacionales haitianos a venir a la República Dominicana a vender su  fuerza de trabajo en condición de inmigrantes.

Ante las críticas  hechas al licenciado Pavel Isa Contreras, Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, por sus declaraciones con relación a los prejuicios de amplios sectores en nuestro país contra los inmigrantes haitianos,  nos permitimos publicar el artículo que escribimos en fecha 26 de junio de 2015, y que textualmente dice así:

Inmigrantes haitianos, negros y pobres en un dilema

Por: Ramón Antonio Veras.

Introducción

Por formación familiar, personal  e ideológica  me repugna  ver a un  ser humano  humillado, degradado, o de cualquier  forma vejado. Reacciono mal si observo que una persona es ultrajada física o moralmente. Una prueba de esto es que no acepté  hablar con el que organizó el asesinato de mi hijo Jordi, cuando me lo presentaron esposado; reclamé y logré que solo cuando  le quitaran las esposas    hablaría con él.

He escrito la introducción anterior para explicar la indignación que me genera el trato que en mi país reciben  los haitianos inmigrantes,  negros y pobres.

Me voy a permitir exponer algunas ideas que cuadran perfectamente con la situación de los inmigrantes haitianos, negros y pobres  que llegan a nuestro país en como  olvidados de la especie humana.

I.- El fenómeno migratorio. El caso de los haitianos aquí

1.- Los seres humanos se sienten sumamente bien allí  donde han nacido,   formado y desarrollado; solamente razones muy poderosas les  impulsan  a trasladarse para vivir en otros lugares.

2.- Pero en todo el curso de la historia de la humanidad se ha dado el fenómeno  migratorio, y las razones han sido diferentes; van desde las motivaciones religiosas,  pasando por  las políticas hasta llegar a las económicas. Estas últimas son las que más se han desarrollado en los últimos tiempos por la búsqueda de mejores condiciones de vida: es por ello que el fenómeno  migratorio  se da con una orientación marcada: de los países menos desarrollados hacia los más desarrollados.

3.- La movilidad de dominicanos, ecuatorianos, guatemaltecos, salvadoreños, y de  otros países de América  Latina y el Caribe hacia los Estados Unidos de Norteamérica,  tiene su razón de ser en el desarrollo desigual entre la generalidad de estos  países con respecto a los Estados Unidos de Norteamérica.

4.- En particular, para darnos cuenta por qué millones de caribeños abandonan su propio territorio para incorporarse  a la producción de  otros países, se impone conocer el nivel de desarrollo  del capitalismo en las fuerzas productivas y en la industria;   la situación del  mercado interno de cada país respecto a la metrópolis, principalmente norteamericana; el mercado de la fuerza de trabajo, el grado de desarrollo económico, social y político del país desde donde parte  el inmigrante y el de recepción, y la clase dominante que sirve de sostén a los monopolios en los países dependientes.

5.- Esa es la misma razón que se puede dar para explicar lo que impulsa a los nacionales haitianos a venir a la República Dominicana a vender su  fuerza de trabajo en condición de inmigrantes.

6.- La inmigración de los haitianos hacia la República Dominicana tiene un  aspecto  especial por  la  opción de:   se lanzan al Océano Atlántico, o cruzan hacia la República Dominicana.  Pero ocurre   que el inmigrante haitiano, negro  y pobre que llega a nuestro país cae en una encerrona que le coloca de inmediato en un dilema, en una situación sin alternativa, porque si es ilegal  es rechazado como indocumentado, y si tiene sus papeles en regla es impugnado por negro; portador de enfermedades;  desnaturaliza la cultura   original española;  no es higiénico;  practica la brujería, despide de su cuerpo un mal olor;  es depredador porque acaba con la foresta, le quita el espacio laboral a los nacionales y deprime el salario.

II.- Los prejuicios y el trato a los inmigrantes haitianos, negros y pobres

7.- En cualquier lugar del planeta tierra donde se mueve un prójimo, lo hace en procura de alcanzar su  bienestar  material o espiritual.  Sólo se pone en tensión para lograr una satisfacción, no para estar atribulado, o de cualquier forma afligido, castigado. Pero no todos los integrantes de la sociedad que hace de receptora de inmigrantes les dan la misma acogida; prejuicios de todas clases se manifiestan contra el que arriba a un país extranjero en procura    de ocupar  un espacio en el mercado laboral. En nuestro país el inmigrante haitiano, negro y pobre no es del agrado de  grupos prejuiciados.

8.- El inmigrante haitiano, negro y pobre  es visto aquí, por algunos, como un intruso; un necio que ha llegado en condición  de entrometido a quitarle el empleo a  un nativo; un forastero que penetra a deprimir los salarios;  advenedizo que viene  a suplantar la cultura nacional, en fin, el que hace  acto  de presencia para vender su fuerza de trabajo por un salario, es considerado como un necio que se ha introducido en un lugar sin derecho y sin ser  requerido.

9.- Ese inmigrante haitiano, negro y pobre es considerado por algunos sectores  retardatarios como un estigma, una mancha para el medio social dominicano; una afrenta para los demás miembros de la sociedad, una tacha  que ha incursionado para convertirse en una infamia.

10.- Aquel haitiano, negro y pobre que vive en el  país en condición de inmigrante,  se le aplican los epítetos  más  afrentosos,   apelativos degradantes; adjetivos insultantes; se le reservan términos peyorativos, hirientes,  con el fin de  hacerlo sentir despreciado como persona.

11.- Una vez un individuo hace acto de presencia en un sitio donde están presentes otras personas, puede comprender si su  llegada ha caído bien o mal, agrada o repugna; puede divisar  que asquea, que su ida hace bien, que si se marcha  hace sentir muy bien a los demás. Los inmigrantes haitianos,  negros y pobres en nuestro  país  así lo perciben.

12.- Pero los inmigrantes haitianos, negros y pobres, no son tontos.  Aunque el ejercicio de la simulación  de parte de algunos de nuestros nacionales hace posible que el recién llegado no asimile la impugnación  en su contra, los gestos con la boca, los signos transmitidos con los ojos, los ademanes con otros órganos del cuerpo pueden hacer comprender al visitante el rechazo a su presencia.

13.- El alma no engaña, y el corazón no traiciona a su dueño; la conciencia le dice al  ser humano que  la expresión del rostro,  el semblante de aquel con quien comparte, no lleva gusto en comenzar o seguir tratándolo,  su estadía  genera pesar. Los inmigrantes haitianos, negros y pobres así lo entienden, pero callan aunque  sufren.

14.- La especie humana está formada para sentirse  bien, y los inmigrantes haitianos, pobres y negros,  no son la excepción.  El bienestar les  llena de bondad, mientras que la calamidad  les quita el sentido de la dicha; la adversidad les  perturba; quebranta su deseo de vivir en nuestro país, y sólo lo hace por un estado de necesidad extrema.

15.- Moverse en un ambiente acogedor, alimenta el espíritu de las personas, las convierte en entes sociales halagados, satisfechos, encantados de formar parte de un medio que las seduce para mantenerse haciendo vida social con sus semejantes fascinantes, cautivadores. Pero este no es el caso  de algunos dominicanos hacia los inmigrantes haitianos, negros y pobres.

16.- De tanto considerar a los haitianos, negros y pobres  una nadería, como algo menospreciado, que solo merecen ser maltratados para que se larguen  porque ennegrecen el ambiente y oscurecen el  país;  aquellos que dentro de su  ofuscación chauvinista y alucinación de superioridad racial frenética, se ciegan   ante el inmigrante haitiano, negro y pobre, a quien ven como excremento de la sociedad dominicana.

Tres reflexiones

a.-) La hipocresía  no puede imponerse a la autenticidad, ni la estratagema a la veracidad. Las maniobras politiqueras contra los inmigrantes haitianos, negros y pobres, no deben confundir a las dominicanas y dominicanos que vivimos abrazados a la realidad objetiva; que estamos  liberados de la cháchara pueril, de la sutileza engañosa, la nimiedad y bobada confusionista. La falsa, el ardid como propaganda ha de caer ante las evidencias, la legitimidad.

b.-) La franqueza debe tomar su imperio. Debemos ser sinceros y decirles al pueblo  haitiano y al dominicano, que  las masas populares haitianas y dominicanas son víctimas de las maquinaciones ideológicas impulsadas por los intereses monopolistas extranjeros y  las minorías insaciables de ambos países  que,  históricamente, han estado interesadas en mantener a los dos pueblos  oprimidos, divididos y  confundidos  bajo intrigas   politiqueras.

c.) Lo mejor del pueblo haitiano  y del dominicano,  sus fuerzas motrices  sensibles,  progresistas  y democráticas, deben acercarse mutuamente para analizar con sentido realista y sin sectarismo,  lo que conviene o afecta a dos países  que, como Haití y la República Dominicana, deben permanecer unidos en la fraternidad, la comprensión y la solidaridad,  que es la más alta expresión de los seres humanos.