Un cordial saludo a todos mi queridos lectores.
Nosotros siempre decimos las demás no cambia. Siguen botando la basura en bolsitas en la calle donde veo que hay más basura, y nuestras calles están sucias. Siguen pasándole la luz roja causando así accidentes y provocando a otros a tenerlos. Doblan a la izquierda desde las líneas que no están marcadas para doblar, y así muchas otras cosas más que si seguimos mencionado nos tomaríamos todo el papel para hacerlo.
Ahora bien, si yo cambio cambia la ciudad donde vivo y por ende también cambiaría el mundo en que vivimos.
Si yo siempre deseara el bien para los demás, yo sería más feliz.
Si yo cambiara tener más por el ser más, cuán feliz fuera.
Si yo viviera con Jesús y su Evangelio, comenzaría a vivir la verdadera felicidad.
Si yo cambiara el ser yo, a ser nosotros, comenzaría a vivir el amor.
Si yo amara a los demás, pero amarlos de corazón, todo el mundo cambiaria.
Si yo cambiara la manera de pensar hacia los demás, los comprendería.
Si yo cambiara mi manera de ver y tratar a los demás, tendría más amigos.
Si yo aceptaras a los otros como son, sufriría menos.
Si yo comprendiera que todo el mundo comete errores, seriamos mas humildes.
Si yo tuviera más sentido del humor, tuviera menos problemas.
Si yo pensara más antes de hablar, me ahorría muchas palabras y muchos fracasos.
Si i yo mirase más allá de mi ombligo, vería a muchas personas que me necesitan.
Si yo me esforzara por hacer el bien a todos, sería más feliz.
Si yo fuese menos autosuficiente me enriquecería más con logros de los demás
Si yo confiara más en Dios Padre, me sentiría como un niño en los brazos de mí Padre.
Si yo comulgase más con Cristo, sería capaz de tragar a los que me caen gordos.
Si yo no puedo cambiar al mundo, puedo cambiarme a mí mismo.
Termino con la Carta de San Pablo a los Gálatas, Capitulo 6, Versículo 9, que dice: “Hagamos el bien sin cansarnos. A su debido tiempo cosecharemos, si somos constantes”.
Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.