El Caonabo de Oro del Periodismo entregado al colega Silvio Antonio Herasme Peña por la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores es un acto de justicia a uno de los más relevantes miembros de la generación periodística de los sesenta, que emergió tras la caída de la tiranía de Trujillo, pues es imposible pasar balance al ejercicio de esta profesión del último medio siglo sin registrar sus aportes.
Fue de los primeros que se inscribieron en la escuela de periodismo abierta en la primavera democrática, cuando la Universidad de Santo Domingo obtuvo su autonomía, como parte de los combates contra los remanentes del trujillismo. No necesitó completar los estudios universitarios para mostrar sus credenciales de reportero investigador, incorporado por don Rafael Herrera a la segunda vida del Listín Diario iniciada en 1963.
Silvio Herasme fue de los periodistas que militó en defensa del gobierno constitucional y contra los golpistas del 63, por lo que no sorprendió que estuviera en la trinchera del honor y la dignidad nacional en 1965, aunque tanto el Listín Diario como El Caribe, suspendieron sus ediciones. Laboró en el departamento de prensa del gobierno Constitucionalista de Francisco Caamaño, y le tocó escribir comentarios para la emisora Constitucionalista.
Fue de los primeros diez dominicanos que culminaron la licenciatura en Comunicación Social, en 1966, pues muchos avanzaron pero quedaron esclavos del exigente trabajo periodístico, y otros dilataron la presentación de la tesis profesional. También fue de los primeros que hizo cursos de especialización en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina (CIESPAL), en Quito, Ecuador. Así mismo fue pionero en especialización en asuntos económicos.
Su explosión profesional la alcanzaría en El Nacional de Ahora, cuando ese periódico y las principales emisoras radiofónicas encarnaron la dura lucha de la sociedad en los sesenta y setenta para evitar que la nación volviera a la noche oscura de la tiranía y la opresión. Pasó de reportero a editor económico y luego a Jefe de Redacción.
Tras el penoso conflicto que rasgó a El Nacional pudo encontrar apoyo y dar a luz al vespertino La Noticia en 1973, que también escribiría relevantes capítulos en defensa de las libertades públicas y los derechos sociales, políticos y económicos de los dominicanos. Durante los 13 años que estuvo como su principal accionista y director, en Silvio siempre pudo más lo profesional que lo empresarial. Allí encontraban cobija todos los reclamos sociales, políticos y y sindicales, y ese periódico, junto a El Sol, que me tocó dirigir entre 1977 y 1980, estuvo vinculado a las luchas por la democracia, a la denuncia de la corrupción, y a la defensa de la soberanía nacional, entonces bien limitada.
Me tocó concertar con Silvio batallas periodísticas, por la libertad de expresión, las libertades públicas y los derechos humanos, por los principios democráticos y el respeto a la voluntad popular, en esos años de la transición democrática. También la recuperación de 38 millones de dólares que la Gulf and Western tuvo que entregar al Estado, a través de una fundación creada al efecto y la que culminó en la nacionalización de la explotación de la mina de oro de Cotuí, por valiente decisión del presidente Guzmán.
Como a tantos periodistas en la historia, la diplomacia sedujo a Herasme, reduciendo su labor profesional, pero la nación ganó un digno representante cuando fue embajador en Haití, Colombia y Uruguay, entre 1997 y 2008, ejerciendo su responsabilidad sin convertiré en sectario propagandista político.
He celebrado este justo reconocimiento en plenitud de vida al compañero Silvio Herasme, quien ha sabido desafiar opresores, represores y concentradores, lo que le costó una abusiva prisión de 7 días en 1974, junto a Huchi Lora. Soldado de una etapa luminosa del periodismo dominicano, que a menudo añoramos.