Parece un protocolo que al iniciar ejercicios, cambios en la rutina de alimentación, búsqueda de pérdida o aumento de peso, se termine en una recomendación de iniciar múltiples suplementos.
¿A qué me refiero con suplementos? A cualquier producto que se añade a una dieta regular para “complementarla” o mejorarla.
Es bueno recordar que cada persona tiene una condición u objetivo diferente que dependiendo de tal cosa haremos recomendaciones puntuales sin generalizar la pauta terapéutica.
Los suplementos más comúnmente usados son las proteínas en polvo o batidas, los aminoácidos, los quemadores de grasas, multivitamínicos, minerales, omega 3, espirulina, lecitina y múltiples otras alternativas.
Actualmente la FDA (Food and Drug Administration) o Administración de alimentos y medicamentos de los Estados Unidos es quien regula la mayoría de los fármacos que se utilizan comúnmente, sin embargo, esta organización no limita la venta de suplementos ni los certifica pues no exigen la evidencia científica ni los rigores que exigen para los medicamentos de otra índole.
Está claro entonces, que no contamos con suficientes estudios que demuestren la efectividad del uso de todos estos suplementos en nuestra rutina diaria. Muchos de estos suplementos han sido probados en animales únicamente, obteniendo resultados favorables en muchos de los casos, que suponen puedan extrapolarse a los seres humanos.
Sin dudas, existen suplementos como el acido fólico, hierro, magnesio, vitamina D, cuyo uso ha demostrado beneficios en diferentes condiciones clínicas y cuyos resultados favorables son recomendables de acuerdo al requerimiento “específico”.
¿Necesitamos el apoyo de suplementos para perder peso? La respuesta es que no. Aunque en algunos casos de obesidad se utilicen medicamentos para conseguir el objetivo, nos dirigimos a los fármacos previamente aprobados por la FDA, aquellos que cuentan con evidencia científica y cuyo apoyo no supera el de una alimentación equilibrada junto a actividad física regular.
¿Debemos consumir proteínas cuando nos ejercitamos? No en todos los casos. El aporte proteico puede ser suplido a través de los alimentos ricos en proteínas como carnes magras (pollo, pavo, filete de cerdo), pescados, leguminosas (lentejas, habichuelas), almendras y otros. La cantidad de proteína no es estándar para todos, dependerá de su peso, actividad física (ej. Atleta de alto rendimiento), su condición clínica (ej. fallo renal en diálisis) y otros elementos.
No conseguimos en suplementos los beneficios que nos aporta una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, grasas mono/poliinsaturadas, ni tampoco “aceleramos” nuestro metabolismo en estos intentos.
Los efectos secundarios a la toma de suplementos superan los beneficios en muchos casos, por lo que evaluar sus objetivos personales le permitirá definir y aclarar si realmente necesita este apoyo adicional sin caer en una tendencia con secuelas negativas.
Nutrióloga Clínica. Escríbanme sus comentarios a: erikapereznutricion@gmail.com, Instagram: dra.erikaperez;