Hay muchas personas que pasan por la vida sin dejar huellas ni en su familia, ni en su entorno y mucho menos en su país. Nacieron, vivieron, se desarrollaron, envejecieron y murieron, pero no son recordados por algo extraordinario que hayan hecho, por lo que traigo a colación esta historia que nos trae una hermosa lección para beneficio de nuestra existencia como seres humanos.
Como en los mejores pasajes de “Los funerales de la Mamá Grande”, el célebre relato del Nobel colombiano, Gabriel García Márquez, en el sepelio de Ketherine Graham, se dieron cita personajes de todo el mundo. Desde ex presidentes y diplomáticos, pasando por empresarios y actores, hasta cómicos en decadencia.
Hablaban en voz baja, rigurosamente vestidos de luto y rodeados de centenares de ramos de flores provenientes de los más recónditos lugares, incluso desde regiones que no figuran en la cartografía universal.
¿El escenario? La National Cathedral, en la capital de los Estados Unidos. ¿El motivo? Rendirle honores a la mujer que desde las tribunas del “Washington Post” denunció irregularidades. Le acompañaron los reporteros Bob Wooward y Carl Bernstein, quienes pusieron al descubierto hechos que comprometían instancias estatales.
A pesar de las presiones de poderosos grupos económicos, Katherine Graham no cedió. En 1974 el presidente republicano Richard Nixon renunció. El diario que dirigía, ganó el Pulitzer. El caso se conoció mundialmente como el Watergate.
¿Por qué razón 3.500 personas se dieron cita en el funeral de esta empresaria y periodista norteamericana?… Por una razón sencilla: dejó huellas…Amigos y conocidos coincidieron en el hecho que era una mujer que obraba conforme a sus principios, con dotes de liderazgo, entusiasta, llena de optimismo, equilibrada…
Y usted….¿Dejas huellas?
Esta pregunta es de suma importancia y la respuesta sólo la tiene usted. ¿Cómo son sus huellas..en el hogar…su lugar de trabajo…en su desenvolvimiento social…en la iglesia? Si debieran dar una opinión su cónyuge o hijos acerca de su comportamiento, actitudes frente a la vida e incluso metas para el futuro ¿Qué dirían?
¿Ha pensado detenidamente que sus palabras, sus reacciones y su comportamiento constituyen huellas que marcan un sendero? El carácter no se hereda. Se forja, se aprende, se pule, pero no se hereda.. ¿Qué huellas deja usted en sus hijos? ¿Es usted de las personas que por donde quiera que se mueve siembran amargura, resentimiento, dolor? O por el contrario, sus huellas contagian de entusiasmo, alegría, ganas de vivir…
La Biblia nos insta a dejar huellas marcadas, que sigan quienes están a nuestro alrededor. El apóstol Pablo escribió dirigiéndose a su joven discípulo Timoteo “…se ejemplo de los creyentes en la palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12). Y el propio Señor Jesucristo dijo a sus seguidores: “No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto” (Lucas 6:43).
Cambiar las huellas de amargura, resentimiento, crítica y desesperanza, sólo es posible cambiando nuestra actitud frente a la vida. Y esa visión derrotista, de fracaso, sólo la puede transformar Dios. ¡Anímese…Usted puede dejar huellas!
Fuente: Reflexiones Bíblicas.