Vargas señaló que estas prácticas represivas comenzaron en la dictadura de Trujillo para eliminar opositores, y continuaron durante los "Doce años de Balaguer", evidenciando una lógica operativa violenta.
Santo Domingo.– SANTO DOMINGO.- La antropóloga Tahira Vargas afirmó que los denominados “intercambios de disparos” constituyen una práctica histórica utilizada por la Policía Nacional como forma de ajusticiamiento, y que esta lógica represiva tiene sus raíces en la era trujillista, continuando en gobiernos posteriores hasta el presente.
Durante su intervención en El Despertador, la investigadora criticó la falta de transformación cultural dentro del cuerpo policial, pese a las múltiples reformas anunciadas.
Desde los inicios de la Policía Nacional se ha replicado una lógica de represión, afirmó Vargas, recordando que en la dictadura de Trujillo se utilizaban las ejecuciones extrajudiciales para desaparecer opositores políticos, disfrazando estos actos con la invención del término “intercambio de disparos”. “Se mataba y se desacreditaba. El relato era inventado para encubrir la eliminación de personas consideradas incómodas para el régimen”, puntualizó.
La antropóloga explicó que, tras la dictadura, prácticas similares se continuaron en los denominados “Doce años de Balaguer”, donde se eliminaron jóvenes revolucionarios mediante estos métodos. Según explicó, esta mentalidad represiva se ha interiorizado en la cultura operativa de la institución policial.
Violencia institucionalizada y ausencia de cambios reales
Vargas cuestionó la efectividad de la “cacareada reforma policial” al considerar que los cambios han sido solo formales y no han transformado la cultura institucional. “No se ha modificado la lógica represiva. La policía continúa operando como un aparato que actúa con complicidad en redes delictivas, cobra peajes y ejerce violencia en lugar de garantizar derechos”, aseguró.
Criticó además que la sociedad dominicana haya normalizado este tipo de violencia, al punto de que medios de comunicación se refieren a los asesinatos extrajudiciales sin ningún tipo de cuestionamiento ético, olvidando que en el país no existe la pena de muerte.
Una cultura nacional de resolución violenta de conflictos
Vargas también alertó sobre cómo esta violencia trasciende lo institucional y se manifiesta en el tejido social. “En nuestros estudios sobre violencia, hemos encontrado que la población justifica el uso de la fuerza para corregir conductas: padres que golpean a hijos, parejas que ejercen violencia y vecinos que resuelven conflictos a golpes. Es una cultura profundamente arraigada”, dijo.
Para la experta, la transformación de este patrón requiere que el Estado asuma su rol activo en la promoción de una cultura de paz. “Si la policía refleja lo que somos como sociedad, entonces el Estado tiene que liderar el cambio hacia otra lógica de convivencia”, sostuvo.
Una propuesta desde el territorio
La antropóloga sugirió que la seguridad ciudadana debe gestionarse desde el enfoque territorial, con acciones preventivas y participativas en comunidades, en lugar de estrategias violentas y punitivas. También abogó por investigaciones serias e inteligentes para identificar redes delictivas y someter a los responsables a través del Ministerio Público, respetando el debido proceso y los derechos humanos.