En una sociedad donde el "te escribo por WhatsApp" ha reemplazado el "vamos a vernos", es importante recordar que la vida real no está en una pantalla. Y aunque cueste al principio, recuperar el control del tiempo y la atención es un acto de libertad personal que todos los dominicanos merecen vivir.
Santo Domingo.– Santo Domingo.– Desde que amanece hasta que se acuesta, el dominicano promedio vive con el celular pegado a la mano. Revisar WhatsApp, subir un story, ver memes, responder mensajes del trabajo y chequear la hora (aunque ya no se use reloj) forman parte de la rutina diaria. Pero, ¿en qué momento ese compañero indispensable se convierte en una adicción silenciosa?
La dependencia al celular no es cosa de películas ni solo pasa en otros países. En República Dominicana, cada vez más personas se sienten ansiosas, irritables o incluso vacías cuando no tienen el teléfono cerca. Y lo más preocupante: muchos no se dan cuenta.
No hace falta que te diagnostique un psicólogo para saber si estás teniendo un problema. Estas son algunas señales claras que se ven a diario en el país:
Estas señales pueden parecer normales, pero indican una dependencia digital que afecta la salud mental, la productividad, las relaciones personales y hasta el sueño.
El celular está diseñado para atrapar la atención. Cada sonido de notificación, cada "me gusta" o mensaje nuevo genera una pequeña descarga de dopamina, la misma sustancia que produce placer. Sin darnos cuenta, nos volvemos adictos al estímulo.
Además, en la vida dominicana actual, entre el estrés, los tapones, la inseguridad y los problemas económicos el celular se convierte en una vía de escape. Pero ese escape, cuando se convierte en hábito, puede aislarnos de lo más importante: el momento presente.
La buena noticia es que no se trata de dejar el celular por completo, sino de usarlo con conciencia. Aquí algunas estrategias prácticas que pueden ayudar:
Por ejemplo, durante las comidas, en las primeras horas del día o antes de dormir. Guardar el celular fuera del dormitorio mejora el sueño y la concentración.
Cada sonido o vibración interrumpe. Eliminar alertas de redes sociales o grupos que no aportan evita la sobrecarga mental.
Aplicaciones como Digital Wellbeing, Moment o YourHour ayudan a ver en qué se está gastando el tiempo y ponen límites de uso.
Llevar un libro en vez de estar revisando redes mientras esperas en una fila. Hablar cara a cara. Salir a caminar sin el celular. Redescubrir lo que el exceso de tecnología ha ido apagando.
No todo mensaje necesita respuesta inmediata. Desconectarse también es cuidarse.
El celular es una herramienta útil, pero no debe ser el centro de la vida diaria. Volver a mirar a los ojos, a compartir un café sin distracciones, a estar presente en lo cotidiano, es el verdadero lujo en estos tiempos de hiperconexión.
En una sociedad donde el "te escribo por WhatsApp" ha reemplazado el "vamos a vernos", es importante recordar que la vida real no está en una pantalla. Y aunque cueste al principio, recuperar el control del tiempo y la atención es un acto de libertad personal que todos los dominicanos merecen vivir.