Las universidades y fundaciones con experiencia en seminarios y talleres, deben ponerse de acuerdo para organizar el más importante de todos. Un evento de carácter científico psiquiátrico que arroje algo de luz sobre las causas por las cuales en esta nación tienen lugar tantos hechos que nos llenan de vergüenza y que ocupan grandes titulares diarios en la prensa. Porque alguna explicación ha de tener la ola interminable de hurtos de alambres del tendido eléctrico, tapas de alcantarillas y otros objetos que afectan servicios esenciales y que nunca antes habían ocurrido por lo menos con la frecuencia pasmosa con que ahora se suceden.
Lo más preocupante es la posibilidad de que esta práctica cuente con la complicidad o la indiferencia de las autoridades. Y no se trata de un ejercicio especulativo. La verdad es que muchos de esos robos requieren de una habilidad muy especial o de un apoyo logístico que sólo puede encontrarse en un ámbito oficial. Imagínense los lectores el hurto de los cables del tendido eléctrico o telefónico, que se dice tienen un valor significativo debido a las grandes necesidades existentes en economías como la de China e India. Para sustraer mil metros, es decir un kilómetro de estos cables, se necesita por lo menos una gran escalera y un trabajo laborioso de horas, lo mismo que con las luces del alumbrado y las rejas de edificios públicos.
Supongo que habrá cientos de personas involucradas en estas tareas lo cual puede hacer difícil la persecución a posteriori. Pero esos objetos no se comen ni se visten y hay en el país sólo un puñado de empresas que pueden adquirirlos. De maneras que si estos robos continúan es porque los responsables de evitarlos se hacen de la vista gorda cuando tienen lugar esos hurtos o simplemente no les interesa saber el lugar donde se venden. Por esa ruta no llegaremos a ningún lado, que no sea el de la desintegración.
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