SANTO DOMINGO.- Hay crímenes y delitos que por sus devastadoras consecuencias en las sociedades no deberían prescribir nunca y entre ellos figuran los actos de corrupción administrativa.
Esos actos dolosos, algunos tan graves que saltan a la vista de todos y otros sutiles porque se esconden con artimañas, pero igualmente censurables, permitan distraer miles de millones de pesos de las arcas públicas.
Todo ese cuantioso caudal no solo es un atentado contra el Estado y el contribuyente, sino un crimen contra la población, especialmente la más necesitada.
Por ejemplo, renglones tan fundamentales para una vida estable, hablamos de servicios salud, educación, la canasta básica, viviendas, etc.
La lucha contra la corrupción es una lucha contra la pobreza, y por eso son muchas las expectativas que ha generado en la opinión pública la operación Anti-Pulpo.
Pero como los pulpos tienen muchos tentáculos, todos ellos muy diestros y peligrosos, es de esperar que lo que hemos visto últimamente sean tan solo un avance o tráiler de una película que debería tener un buen FINAL..
Sin anticipar culpabilidad o inocencia, cuyo dictamen solo compete a los tribunales, lo que está de por medio es la credibilidad de la Justicia.
En períodos anteriores, hemos tenido otros pulpos debidamente identificados en sus actos ilícitos mediante pruebas bien documentadas y por una razón que no logramos explicarnos, andan por ahí muy tranquilos, como si fueran señores honorables.
Esto me recuerda la serie televisiva los intocables.
¿Es acaso que nos falta un Eliot Ness?
El tiempo transcurrido no debe ser obstáculo o barrera para hacer justicia y sancionar a quienes hayan amasado fortunas con fondos públicos.
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