Durante los días 14 y 15 de octubre del presente año 2021 la Universidad Católica de Santo Domingo, dirigida por monseñor Benito Ángeles, celebró su tercer Congreso Nacional e Internacional sobre Ecología y Minería, con el importante lema: hacia la sostenibilidad, evento que contó con la participación de la vicepresidenta de la República Raquel Peña, del ministro de Medio Ambiente Orlando Jorge Mera, del viceministro de Minas Miguel Díaz, del director general de Minería Rolando Múñoz, del asesor minero del Poder Ejecutivo Miguel Peña de los Santos, del presidente de la Cámara Minera y Petrolera de la República Dominicana Pedro Esteva, de la presidenta de la Barrick Gold Pueblo Viejo Juana Barceló, de la gerente general de la Corporación Minera Dominicana Elizabeth Mena, del vicepresidente de la Falconbridge Edwin Deveaux, del subdirector de la CAASD Luis Salcedo, y del procurador para la defensa del medio ambiente Francisco Contreras, entre muchos otros expertos, y al cual fuimos invitados especialistas que hemos asumido aspectos conceptuales y académicos en debates ambientales y mineros, como Jovanny Kranwinkel, Luis Carvajal, Domingo Abreu y Osiris de León, para, junto a figuras de alto nivel de la Iglesia Católica dominicana e iberoamericana, discutir, con amplitud y con profundidad, la realidad de la interacción entre la minería y el ambiente.
Allí expusimos que las 4 etapas fundamentales del desarrollo de la humanidad fueron la Edad del Cobre, 4 mil años antes de Cristo; la Edad del Bronce, 3 mil años antes de Cristo; la Edad del Hierro, mil quinientos años antes de Cristo; y la Edad del Petróleo, que ha sido dominante desde la segunda mitad del siglo 20, lo que indica que los grandes hitos del desarrollo de la humanidad han sido marcados por la minería, aunque la minería no es un sector productivo donde se agrupan operadores mineros, sino una actividad productiva que desde la antigüedad ha sido organizada por la propia sociedad que es quien demanda productos mineros tales como hierro, cobre, aluminio, oro, plata, níquel, plomo, cadmio, zinc, acero (hierro y carbono); carbón, petróleo y combustibles para la energía y para el transporte: gasoil, gasolina, kerosene, gas licuado; cemento, gravas, arenas, mármoles, cerámicas, calizas, yesos y varillas de acero para la construcción de viviendas, escuelas, hospitales, carreteras, puentes, etc., pues si la sociedad no demandara productos mineros y combustibles, entonces la minería no existiría como sector productivo al servicio de la sociedad.
En nuestra disertación nos referimos al más reciente Estudio Global sobre la Contaminación de los Suelos (Global Assessment of Soil Pollution), el cual fue ejecutado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), y presentado en Roma, Italia, en junio 2021, y en el cual se citan los 4 mayores problemas en materia de contaminación y degradación ambiental de los suelos: 1-incremento en un 75 % del uso de plaguicidas y fertilizantes nitrogenados en la agricultura, 2-incremento del uso de plásticos en la industria agrícola, 3-incremento del uso global de productos químicos y 4-incremento de la producción de desechos sólidos producto del crecimiento demográfico y la urbanización, siendo evidente que esos 4 graves problemas de contaminación de los suelos a nivel global, citados en el más reciente informe del PNUMA y de la FAO, están vinculados con la agricultura y con el urbanismo, pero no con la minería.
Igualmente citamos que la agricultura demanda el 80 % del agua total consumida por la sociedad, que la industria y el urbanismo demandan el 18 % del agua total consumida, mientras la minería demanda el 2 % del agua consumida por la sociedad, siendo la minería uno de los sectores que menos agua consume en sus procesos productivos; pero, lo más importante fue demostrar que la minería no es enemiga del bosque, sino la mejor aliada del bosque, pues gracias al aporte del gas de cocina producido por la minería nuestros bosques han dejado de ser la fuente de leña y carbón vegetal para la cocción de alimentos de subsistencia diaria, lo que ha permitido que nuestros bosques hayan pasado de un 12 % de cobertura del territorio nacional (año 1965) a un 42 % de cobertura del territorio nacional (año 2021, según datos presentados en este Congreso por el ministro de Medio Ambiente Orlando Jorge Mera), y si la minería no aportara el gas licuado para la cocción de alimentos, la sociedad volvería al bosque a buscar leña y carbón para cocinar alimentos y de nuevo tendríamos la misma depredación forestal que teníamos en la primera mitad del siglo 20.
Todo lo anterior no significa que la minería no haya cometido graves pecados ambientales en el pasado y en el presente, pero es ahí donde las autoridades ambientales, las autoridades mineras, la comunidad ambiental y la Iglesia Católica deben mantenerse vigilantes para identificar y corregir a tiempo cualquier error ambiental cometido por empresas mineras que a veces se manejan con displicencia e indiferencia hacia algunas de las comunidades vecinas, y hacia el propio sector minero, tal y como quedó evidenciado en este 3er Congreso, porque cuando llegó el turno de la disertación del presidente de la Cámara Minera y Petrolera de la RD ya los pocos representantes del sector minero se habían marchado en señal de que no les interesaba en lo absoluto lo que su representante iba a exponer en nombre y en representación de ese sector, mientras los representantes de la comunidad ambiental seguíamos todos allí, escuchando atentamente cada una de las importantes disertaciones, tanto las mineras, como las ambientales.