Los tiroteos a aviones, escalón del interminable descenso hacia el caos absoluto, han motivado llamados a que Estados Unidos declare terroristas a las bandas criminales que controlan la mayor parte del ingobernable Haití. Hay allá una real guerra civil. Los integrantes del gobierno provisional se halan sus duras greñas mientras Estados Unidos revela sus vínculos con graves ilicitudes. La misión de la ONU con policías kenianos ha sido inefectiva. No han logrado ni siquiera atenuar las tropelías de las gangas mientras los narcos se burlan del mundo. Con ese escenario, activistas políticos musulmanes procedentes de Venezuela y el Levante, algunos financiados por la Hermandad Islámica, consolidan su cabeza de playa en Haití. Cacoerrolas gallaretean la leyenda negra de la colonización europea, justificación que olvida que mayas, incas, caribes y africanos practicaban esclavismo, canibalismo, sacrificios humanos, guerras intestinas y contra vecinos. Nunca fueron moralmente superiores a los europeos, quienes trajeron la lengua, valores judeocristianos y fundamentos legales romanos. Entre tantas culturas, prefiero las que ofrecen libertad, igualdad, legalidad y prosperidad. El continuo empeoramiento de la inviabilidad de Haití obliga a que los dominicanos, advertidos de la actitud de Trump ante lo que considera “shit-hole country”, reforcemos las prevenciones contra un desbordamiento o “spill over” de tanto terrorismo.