Cuando matan un estudiante matan a la humanidad entera. Toda la pasión que inspiraba el alma de Willy Florián fue apagada por la chispa mortera sin razón.
Los disparos al estudiante de medicina de la UASD, asesinado por la brutalidad de la maquinaria policial, mataron la esperanza, el camino.
Estudiaba para salvar vidas, y a los 21 años perdió la suya en manos de los encargados de protegerle.
En Mogollón, San Juan de la Maguana, su pueblo natal, con qué cara las autoridades mirarán a los ojos, a la madre del joven fusilado.
Willy, hijo de todas las madres dominicanas, Te fugaste de la vida sin propuestas concluidas. Te fugaste a destiempo por entregarte a un sueño o desvarío. Te fugaste en pro de la lucha por un mejor porvenir. Te fuiste en la búsqueda eterna del amor. Te fugaste o más bien te obligaron a renunciar a tus deseos de sanar, a tus amores efímeros. Te bajaron del tren de la vida para que dejes de reclamar, Oh, hijo mío, no cabe en el mundo tanto dolor.
En la esquina José Contreras con Alma Mater se escribió la infamia. Los policías solicitaban tiros vivos para obtener estudiantes muertos. Devolvían piedras con balas. Lo acribillaron a mansalva, le dieron en la cabeza, “hay uno en el suelo, ya no vuelve a tirar más”, exclamo el agente policial.
Willy ya no vuelves a soñar más, ya no vuelves a respirar más, ya no hay más para ti, te quitaron la vida y con ella la mía.
¿Qué hacen los topos, agentes policiales entrenados para enfrentar delincuentes en una manifestación de estudiantes?, que no sea lapidar la esperanza en los profesionales en ciernes, en el futuro.
Acostumbran a acribillar a los estudiantes en las tardes, quizás cansados, lo más creativo que se les ocurre es apretar el gatillo contra las palomas.
En las multitudinarias movilizaciones de jóvenes en Chile, en Grecia, en España no han asesinado una sola persona. ¿Es qué no hay posibilidad de cambiar las estrategias de la dictadura? El raso y el teniente coronel cumplen órdenes. En cualquier país del mundo donde la democracia no sea un simulacro el jefe del policía renunciaría o sería cancelado.
Con el asesinato de Willy reviven las cenizas, se abren las heridas, por tantos estudiantes ajusticiados en la UASD.
Cuando mi hijo de 19 años se enteró, me preguntó si fue así que mataron a Sagrario; me quedé sin palabras y pensé, que para el pueblo dominicano, el dolor y el miedo siguen siendo una constante que transmitimos las madres a través de la placenta.
¡Hasta cuándo! Por sus hechos los conoceréis.