La inminente derrota electoral lleva al atosigado Leonel a límites temerarios: denuncia por boca del ganso sin visa Roberto Rosario que Abinader posee alguna fortuna oculta o ilegítima.
El presidente respondió gallardamente a la difamación: “Les voy a transferir, ese o cualquier otro monto que encuentren en Panamá o algún paraíso fiscal, a su Funglode, que creo que ellos lo necesitan para algunos pagos”. Mi lector Rèmy Boulsicat dice: “Luis llegó a presidente con más de US$70 millones.
Según Bloomberg es el gobernante latinoamericano con mayor patrimonio declarado. Su salario anual, casi US$100,000.00, lo dona mensualmente a obras de caridad. Gobierna como un auténtico servidor público. Sus adversarios predecesores y muchos allegados saquearon el erario; llegaron en chancletas y salieron en yipetas. Poseen fortunas sin explicación ni justificación legal.
Sus declaraciones juradas son evidencia acusadora. La deshonestidad no luce ser de los defectos de Luis. La decencia del debate duró poco”. A casi todos los presidentes o políticos con cargos importantes los acusan en algún momento de enriquecerse sin causa cuando están en el Gobierno, pero pocos –como Balaguer, casi un asceta en su vida personal— han respondido con tanta merecida contundencia.
Ante la esperada reelección los perdedores preparan el escenario para su lloradera.
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