Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.
Hoy quiero contarle una historia de un señor de color que iba en un avión.
En un avión que cubría el vuelo entre New York y Miami una señora blanca de unos cincuenta años le tocó sentarse al lado de un hombre de color. Llamó a la azafata para quejarse pregunta.
¿Cuál es su problema señora?
La azafata pregunta. Pero. ¿No lo ve? Responde la señora.
Me han colocado al lado de un negro. No puedo quedarme al lado de estos. Deme otro asiento. Por favor, cálmese dijo la azafata.
Casi todos los asientos están ocupados en este vuelo. Voy a ver si hay algun asiento en ejecutiva o en primera. La azafata se marchó y volvió en unos minutos. Pero si tenemos un lugar en primera clase.
Antes de que la señora pudiese responder algo, la azafata continuó: Sería demasiado escandaloso que alguien sea obligado a sentarse al lado de una persona que nos haga sentir mal.
Y la señora, con cara de satisfacción, se preparó para abandonar su asiento e ir ocupar el asiento en la clase de primera. En eso azafata mira a la persona de color y le dice:
Si señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera ya está preparado.
Todos.los pasajeros alrededor, que vieron la escena, se levantaron a aplaudieron.
Todos somos iguales ante Dios.
Para Dios, no hay color, ni raza.