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25 Abril 2024

“Todos tenemos una Cruz”

Todos en este mundo llevamos una cruz. Yo no sé el peso de la tuya, ahora si se el peso de la que yo tengo que llevar.

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Todos en este mundo llevamos una cruz. Yo no sé el peso de la tuya, ahora si se el peso de la que yo tengo que llevar.

Para unos es su suegra, su enfermedad, para otros su matrimonio, su trabajo y así muchas otras cosas más. Nosotros no podemos escoger o cambiar la cruz que nos ha tocado cargar, pero si podemos escoger cómo hacerlo para que pese menos, de nosotros depende como la llevamos.

Dicen que Juan llego al cielo cargando su cruz, y le dijo a San Pedro: Mira yo ha cargado esta cruz toda mi vida y me pesa mucho quisiera encontrar otra que pese menos. San Pedro le dijo: Juan aquí a mi derecha hay una nave bien grande donde todo el que llega deja la cruz que trae, y busca una que le pese menos y se acomode a su persona. Juan dejo su cruz y comenzó a buscar una que le pesara menos y se acomodara a él. Se paso todo el día buscándola, y al fin encontró una que él podía cargar, se la echo al hombro y fue saliendo, cuando San Pedro lo vio le dijo: Juan a dónde vas con esa cruz, Juan le dijo: Esta que encontré es la que puedo llevar, pesa menos que la que traía y se acomoda a mí, San Pedro le dijo entonces Juan, esa es la misma que traías.

Quiero contarle la historia de tres amigos que trabajaban juntos en una granja, y dice así: Daniel, Ramón y Carlos trabajaban en una granja. Daniel se encargaba de cuidar los caballos, se pasaba todo el día lamentándose de cuan duras eran sus tareas y que poca paga recibía. A Ramón le tocaba ordeñar y llevar a pastar las vacas, y siempre se le escuchaba maldecir, y en ocasiones muy frecuentes estallaba en cólera dándole puntapiés a todo lo que encontraba a su alrededor. Por último está Carlos, quien se encargaba de cuidar los cerdos. Lo primero que Carlos hacia, antes de comenzar sus labores, era darle los buenos días a cada uno de sus compañeros de trabajo, y de paso les obsequiaba la mejor de sus sonrisas.

El trabajo de Carlos era bastante pesado, al igual que el de Daniel y el de Ramón, pero a diferencia de estos últimos dos, Carlos nunca maldecía, ni se quejaba.

Cuando Carlos sentía que la cólera amenazaba con dominarlo, el suavemente deslizaba su mano hasta introducirla en uno de los bolsillos de su pantalón.

Allí Carlos guardaba una pequeña cruz de madera, la sacaba, la contemplaba por un instante, luego la guardaba y continuaba su labor con gran calma.

 Esto llenó de mucha curiosidad a sus compañeros de trabajo y un día, mientras estaban todos los empleados almorzando, Daniel tomó la palabra y dirigiéndose a Carlos le dijo: ¡Oye Carlos! ¿Por qué siempre traes una cruz de madera en el bolsillo de tus pantalones? Ramón entro en la conversación y de forma burlona comento lo siguiente: De seguro que es su amuleto de buena suerte. Carlos, sonriendo, introdujo la mano en el bolsillo de su pantalón, saco la cruz y sosteniéndola en sus manos les dijo: Esta cruz la fabriqué yo con mis propias manos y está vacía porque no tiene a Cristo, tiene un gran significado para mí. Verán, esta cruz representa la cruz que a mí me ha tocado cargar en esta vida. Cada vez que la miro, viene a mi mente el recuerdo del calvario y veo a tres personas llevando sus respectivas cruces.

La primera persona que veo es Gestas (el ladrón malo) que lleva su cruz maldiciendo y renegando. Después veo a Dimas (el ladrón bueno) llevando su cruz obligado, porque no le queda más remedio, pero que al final se la ofrece a Jesús. Por último veo a Jesús, que abraza a su cruz mientras camina rumbo al Calvario. Y cuando la cólera amenaza con robarme la paz, tomo esa cruz en mis manos y me hago la siguiente pregunta: ¿Cómo quiere Dios que lleve la cruz que El me ha dado? ¿Cómo Gestas?, ¿Cómo Dimas?, ¿O cómo Jesús?.

 Mi querido hermano que en estos momentos me estás leyendo, ¿cómo cuál de estas tres personas quieres tu llevar tu cruz? Eso depende de cada uno de nosotros.

Termino con el Versículo 24 del Evangelio de San Mateo, Capitulo 16 que dice: “Si quiere venir en pos de mí niéguese a sí mismo, tome su cruz y que me siga. El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”.

 

 Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

 

 

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