Dentro de un mes el mundo estrenará un gran líder antimperialista que empeñará sus mayores esfuerzos en hacer que retornen a su país todas sus tropas invasoras; retirar su país de la fuerza multilateral interventora llamada OTAN y hacer que regresen a su país todos los capitales hoy invertidos en tierras lejanas. Y, como si fuera poco, gobernaría con las sabias orientaciones políticas del Kremlim y hasta es posible que relance, ahora en Washington, la Conferencia de los Países no Alineados. (Ya lo saben: cuando en el Tercer Mundo gritemos “¡Go home, yanqui!”, ese maldito loco nos hará coro con un poderoso “¡Come home, yanqui!”).
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