Hay un cuadro de tu vida que ven los demás según lo que le pareces o lo que les demuestras. Hay otro cuadro que solo sientes, vives y ves tú de acuerdo a tus experiencias y a tus propias percepciones que pueden estar acertadas o equivocadas. Pero existe un cuadro de tu vida que el único que lo ve y conoce es Dios. Él lo puede mirar desde todos los ángulos existentes. Él observa esas áreas invisibles que ni tú ni nadie pueden ver y desconocen.
Es precisamente en esa área de tu vida que Dios quiere trabajar, él desea con detalles de amor y disciplina, restaurarte para un bien y un propósito mayor del que imaginas. Él desea que comprendas que aquellas cosas que hoy no entiendes, están en sus manos y que él no se ha olvidado de ti ni por un solo momento. Eres esa vasija que ante tu espejo te ves amorfo, pero que ante los ojos de Dios es totalmente diferente, porque él te está trabajando y amoldando. Él te está haciendo fuerte a través del horno del fuego.
Eres ese bello instrumento el cual, él va afinando para que de ti brote una melodía que conmueva el mismo cielo y la misma creación. Tus notas son la armonía de Dios, aún cuando muchas veces tú te sientes desafinado. Dios es ese artista, ese pintor que cada día quita, corrige y coloca cosas nuevas sobre el cuadro de tu vida. Aún cuando muchas veces parezca que él no está trabajando o dibujando sobre ti… Debes saber y creer con tu corazón que él está haciendo su mejor obra y trabajo en ti.
Por tal razón, ¡no debes temer, ni desmayar! Independientemente, muy aparte de ti mismo o de lo que puedan pensar los demás, tú eres esa persona a quien él ha amado de forma especial. Él te ha entretejido desde el vientre de tu madre y ha hecho de ti a un ser único y especial. Él te ha entretejido desde el vientre de tu madre y ha hecho de ti a un ser único y especial. Él desea que te mires bajo su espejo, bajo su reflector y te veas y ames de esa forma que te hace conducirte y caminar como el hijo de Dios que eres.