Desde que se hizo con la plataforma del pájaro azul, Musk se ha embarcado en una política de continuos cambios, algunos de ellos contradictorios y muchos de otros anunciados a bombo y platillo a través de tuits, en los que el máximo ejecutivo de Tesla da rienda suelta a su desatada verborrea.
A pesar de que el pasado 6 de noviembre aseguró que quería convertir la red social en la fuente más segura de información de todo el mundo y de que insistió en que "no permitirá" que ninguna persona que hubiera sido eliminada de la red social por violar sus reglas regresara a la plataforma hasta que la compañía tuviera un proceso claro, sus hechos no han seguido el camino que parecían marcar sus trinos.Desde entonces, Musk se ha hecho eco de teorías conspiratorias y ha reactivado a usuarios que habían sido censurados en la red por sus comentarios, sin grandes justificaciones o después de votaciones organizadas por él. La semana pasada el multimillonario dijo que aplicará una "amnistía" a las cuentas suspendidas, a menos que hayan quebrantado la ley. Musk tomó esta decisión tras una de sus recurridas encuestas y después de haber restablecido, tras otro referéndum tuitero, la cuenta del expresidente estadounidense Donald Trump, a quien Twitter había suspendido indefinidamente después de vincular sus comentarios con el asalto al Capitolio. Entre otros personajes polémicos, Twitter también recuperó a la congresista de extrema derecha Marjorie Taylor Greene, vetada desde hace meses por publicar falsedades sobre la covid-19.