En el primer artículo que publique este año en mi columna, sugerí leer “Mujeres que Corren con Los Lobos” de Clarissa Pinkola. Pinkola explica perfectamente como las mujeres tenemos una naturaleza creativa y en el momento en que empezamos a sentir el despertar de una nueva conciencia las mujeres nos volvemos propensas a caer en malos hábitos, a sentirnos desconcertadas e aveces incluso cuestionamos nuestra propia existencia y propósito. Luego de muchas visitas médicas por hipertensión, células pre-cancerosas y de sufrir estrés post-traumático severo tras un asalto en el que vi mi vida y la de mis amigas en riesgo, me decidí a dejarme llevar por la ayuda de otros, a cambiar mis hábitos, organizar mis principios y prioridades y a responder a un llamado que ya no era terrenal, sinó a una fuerza mayor. Aunque aveces en el momento cuestionemos porqué Dios nos pone algunas pruebas, debemos saber que su tiempo es perfecto y que la justicia divina hace que las cosas se pongan en su lugar en su debido tiempo y forma.
Si algo he aprendido este año, que ha sido uno de autodescubrimiento , de sanación y de aprender a priorizar mi amor propio, es que la verdadera felicidad existe únicamente cuando aceptamos nuestros errores y nuestros defectos y lo usamos para reinventarnos. Solamente cuando aprendemos a vivir en un nivel de verdadero desapego es que podemos dar lugar a la prosperidad.
La sanación, al igual que la felicidad esta dentro de nuestros corazones y aceptar con humildad y gozo nuestras limitaciones y defectos, ante que los demás es lo que abrirá las puertas a los caminos de luz, de fé y de bendición.