¿Qué tiempo hace que se fugó Quirinito, poniendo en ridículo a todo el aparato de control y vigilancia carcelaria del país? ¿Dos? ¿Tres años?
Una evasión, que no ocurrió de un día para otro, ni se produjo como distracción momentánea de los guardianes de servicio, ni de una reja a la que se olvidó ponerle el candado, ni al amparo de la oscuridad de una noche de negrura tormentosa.
Fue, por el contrario, según el relato de las propias autoridades, la culminación de un plan minuciosamente concebido y ejecutado, donde la imaginación, un paciente proceso de varios meses de espera y ejecución, así como la participación, involuntaria y pasiva, o cómplice y activa, o ambas en cada momento, intervinieron para que el elusivo personaje se “la dejara en la mano” a las autoridades con la misma singular habilidad de que hacen gala quienes en el beisbol destacan por la perfección que han desarrollado en la sorpresiva jugada del toque de bola.
Desde entonces a Quirinito parece habérselo tragado la tierra en sentido figurado ya que es muy probable que esté “vivo y coleando” y disfrutando de su libertad, si como han admitido las propias autoridades, desde entonces ha entrado y salido del país en varias ocasiones. O quizás se halle refugiado en alguna comunidad del interior, a buen recaudo de todo riesgo de captura, como ocurrió como el famoso teniente “La soga”, a quien supuestamente se estuvo buscando afanosamente por espacio de varios años para descubrir al final que en ningún momento había abandonado el territorio nacional como se especulaba, y encontrarlo lo más quitado de bulla y sintiéndose tan libre que hasta todas las semanas se hacía visible en la valla de gallos del lugar donde había establecido su residencia, según testimonio de los vecinos.
Ni Quirinito aparece, ni en todo este tiempo se han depurado las posibles responsabilidades de todas y cada una de las personas que intervinieron en las distintas instancias de su laborioso y bien urdido proceso de evasión, ya sea para sancionar su posible complicidad como actor comprometido, ya su inocencia, como ajena totalmente al complot.
El presente comentario viene a punto en la medida en que como consecuencia de la fuga de una cárcel de máxima seguridad en Panamá del dominicano, con un previo historial criminal y antecedentes de evasión anterior, estaba condenado a 55 años de prisión por haber secuestrado y asesinado a cinco jóvenes panameños, no solo están sometidos a investigación el director y los guardianes de servicio del supuestamente inexpugnable recinto carcelario, sino que dos ministros han presentado renuncia a sus cargos.
Como destaca este viernes pasado la leída sección “De buena tinta” que publica sin firma “Diario Libre”, pero que quienes presumen de bien enterados, atribuyen a la certera pluma de Orlando Gil, ”…No uno, dos, y no destituidos, sino dimisión. Cuando hay vergüenza propia, las consecuencias no esperan, se asumen sin intervención de terceros”.
Sería un buen ejemplo a imitar si no fuéramos un país sin consecuencias donde, en manifiesto contraste, aferrados a los cargos y los privilegios que conlleva nadie renuncia y nadie es destituido salvo por estricta conveniencia política. El escandaloso caso de Quirinito es otra prueba palpable.