Un empujoncito para la UASD

Si prima el enfoque economicista y evaden culpas, la resonante crisis que sufre la Universidad Autónoma de Santo Domingo no se resolverá con 600 millones de pesos, ni con 800, ni con mil… Tampoco con los 430 mil millones aprobados por el Consejo de Ministros para el presupuesto nacional del próximo año, repetidos muchas veces.

Porque ella no es solo económica pese a que es larga y pesada la deuda acumulada por el Estado desde de la década de 1960. Y no se resolvería con todo el dinero del mundo si faltan un diagnóstico serio, voluntad de cambio y, por encima de lo académico y lo institucional, se enseñorea la politiquería, el populismo, el clientelismo y la retaliación en desmedro de quienes trabajan y producen.

La situación es una construcción de gobiernos y sectores de docentes, discentes y empleados que medran al interior de la institución timoneados por el partidismo político. No el resultado de amenazas externas como a ratos se arguye.

El diseño de estrategias para la solución de cualquier problema tiene que pasar primero por reconocerlo como tal en toda su magnitud, aceptar los pecados y luego asumir una actitud pro-activa. Ponerse anteojeras para mirarlo a través de prismas de la conveniencia solo contribuye a ahondarlo y expone a la institución a los peligros de una refundación impuesta desde fuera.

Se estima que esta mega-academia con 180 mil estudiantes requiere para funcionar el doble de los 2,500 mil profesores actuales y la mitad de los 3,561 empleados administrativos. O sea, faltan muchos profesores y sobran muchos empleados (cerca de mil).

El doctor Manuel Linares, profesor titular de la Escuela de Economía, ha difundido una nota en la cual establece que el rector Franklin García Fermín abultó la nómina durante su gestión (febrero 2008-febrero 2011) en 739 nuevos empleos innecesarios (26.45%). Y culpa al rector actual Mateo Aquino Febrillet de mentir a los universitarios, en tanto, contrario a como expresa, ha avalado el desacierto de su antecesor y ha afianzado la tendencia al nombrar 83 nuevas personas con salario promedio de 44 mil pesos, lo cual –sostiene– implica una erogación adicional de casi 4 millones de pesos cada mes. Lo acusa de desviar la atención del problema hacia el Gobierno para capitalizar el conflicto de cara a las elecciones del 20 mayo, dada su condición de dirigente del opositor Partido Revolucionario Dominicano. El rector en cambio se defiende diciendo que su gestión ha sido transparente.

Aceptada o no esa discusión, nadie niega que muchas de las debilidades evidentes en tal sistema, más que a razones económicas, son atribuibles a falta de gerencia para no decir que son paridas por: irresponsabilidad, indolencia, politiquería, complicidad y falta de visión que hacen parecer ala UASDmás a una confederación de partidos políticos desorganizados.

Signos afrentosos como los siguiente embadurnan la imagen institucional pese a que se resuelven con visión, supervisión, voluntad de trabajo y pocos recursos: un baño fétido, sin agua, jabón y papel; una cisterna descuidada en tiempos de cólera, amebiasis y E. Coli; un aula a media luz, sin abanicos ni zafacones ni enchufes, con pizarras y butacas destartaladas, sin mesas ni sillas para los profesores; un jardín abandonado; un basural en cualquier sitio; paredes mugrientas; un ruido ensordecedor…

Pocas veces se ha visto en la historia de la academia a una autoridad visitando las aulas para constatar las condiciones infrahumanas que comparten profesores y alumnos. La academia invierte muy poco en actualización de profesores y profesoras. Predominan los amarres políticos en la selección de los beneficiarios de las escasas oportunidades.

Cualquier empleado trastorna un proceso, boicotea un proyecto. Cualquier autoridad abandona grandes ideas y proyectos, sin importar la inversión gubernamental, si no provienen de su litoral o si no conviene a sus fines ulteriores. Los reconocimientos al trabajo son escasos. La calidad total es la gran ausente contrario a la preeminencia de la cultura del chantaje.

Poca gente se siente empoderada allí; no percibe como suya a la institución. Por eso, el deterioro de sus instalaciones, mobiliarios y equipos está relacionado no solo con la falta de mantenimiento sino con el sentimiento de “hagamos fiesta con lo que poco nos cuesta” y a la falta de motivación generalizada.

Paradójico, pero este es buen momento para que el Gobierno se encariñe más conla UASD.Deberíadarle todo el dinero que necesite, a cambio de resultados. Y las autoridades deberían comprometerse con el país a rescatarla de la politiquería promoviendo el saneamiento. Ella es propiedad del Estado del cual sus autoridades son empleadas; dejar al garete ese patrimonio puede ser el deseo de unos cuantos de adentro y de fuera, no de la sociedad.

Como acción de emergencia para aminorar los conflictos actuales, el Gobierno debería asumir la alimentación de los estudiantes más pobres a través de cocinas móviles que instale en el área del comedor hasta que inaugure la nueva edificación. A estas alturas del siglo XXI, con una crisis como la que tiene encima,la UASDdebería olvidarse de estar cocinando arroz malo con berenjena.

Debería incrementar en 15 por ciento los salarios de los profesores, como lo acaba de hacer con los del Ministerio de Educación, y examinar la posibilidad de un seguro médico decente para todo el personal.

El resto se toma su tiempo, pero hay que comenzar ahora para que luego no vayamos al muro de los lamentos.

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