La gobernabilidad tiene muchas variables, existen situaciones base que continuamente retan el balance de la gobernabilidad. Éstas pueden tener carácter económico o social, o pueden partir de un sector del gobierno o de un actor determinado en la sociedad. Estos elementos se pueden entremezclar en dinámicas diversas, donde la acción de un sector puede detonar una problemática social o económica determinada que amerite la intervención de un sector del estado.
Los orígenes de las variables pueden encontrarse en el tratamiento de una ley, en procesos electorales, en situaciones generadas en las relaciones entre el Estado y la sociedad. Pueden generarse a partir de una acción del Poder Ejecutivo, el judicial o lo acontecido en una de las cámaras legislativas. Pueden nacer de procesos internacionales y las relaciones del Estado con algún otro país u organismo internacional. O bien pueden ser detonadas por las dinámicas y problemáticas de la sociedad, establecidas en necesidades, demandas y realidades.
En cualquier caso, el gobierno juega el rol de ente de equilibrio y proveedor de soluciones. Cuando un gobierno espera a que estallen problemáticas en sus manos para empezar a planificar estrategias para remediarlas, está siendo reactivo.
Por el contrario, cuando el gobierno ha analizado las demandas y necesidades de la sociedad, las articula en una agenda de gobernabilidad y pone en ejecución las acciones que tales demandas requieren, está siendo proactivo. El programa puesto en marcha a favor de las MIPYMES y la campaña nacional de alfabetización son dos ejemplos recientes de proactividad del gobierno.
Gobernar es hacer. Y cuando un gobierno ejecuta sus acciones de manera proactiva, es porque se está gobernando bien.
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