Uno de los mayores desafíos que tiene una sociedad con grandes atrasos en su desarrollo, como la dominicana, es acompasar el ritmo de lo que ocurre en aquellos ámbitos de la sociedad sometidos a las dinámicas de la globalización respecto de lo que sucede en esas grandes zonas y franjas de lo social, lo económico y lo político que se encuentran fuera de esa dinámica globalizadora.
Lo cierto es que ya no podemos seguir interpretando y razonando lo que sucede en la sociedad dominicana sólo en términos de nuestras viejas explicaciones y marcos. Necesitamos más para entender la complejidad de lo actual.
Desde diversos ángulos las capacidades de escuchar y razonar del gobierno de nuestro país han sido puestas a prueba. Repentinamente, el gobierno dominicano se vio inmerso en una situación en la que desde varios segmentos o franjas ciudadanas, desde la vecindad y desde centros de poder o de referencia internacional, se plantean visiones y exigencias opuestas o generadoras de tensiones, en algunos casos siendo unas excluyentes de las otras.
No es de extrañar que cualquier colectivo social tenga asuntos pendientes y temas frente a los que se posicionan en una relación marcada por las tensiones, tampoco lo es que algún asunto se aborde con encono. También es comprensible que una parte importante de la sociedad dominicana no entienda las relaciones de interdependencia que en el mundo actual configuran el marco en el que una sociedad puede ejercer su soberanía.
Independientemente de nuestros déficits, una sociedad que se compromete a construir un estado social y democrático de derecho no puede atravesar por este tipo de situaciones llevando las cosas con ligereza. Si así lo fuere, generaría consecuencias que sin ninguna duda serán indeseables y podrían comprometer nuestro futuro como sociedad democrática y nación soberana.
Desde el gobierno del presidente Danilo Medina se trabaja arduamente para darle a las situaciones complejas soluciones eficientes y eficaces, duraderas y viables, que en lugar de alejarnos del paradigma de derechos y de una visión de justicia universal, nos acerquen a la capacidad de procesar y solucionar desafíos de envergadura, demostrando que somos y sabemos ser, como país, un protagonista responsable de una historia que contribuimos a escribir.
Las respuestas que ha dado la administración del gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, encabezado por el compañero presidente Danilo Medina a los desafíos nacionales e internacionales suscitados por los temas coyunturales, han sido trabajadas en corto tiempo, en un escenario que no fue escogido ni planificado y manteniendo el equilibrio entre el indeclinable respeto a nuestro orden constitucional y nuestras profundas convicciones y compromisos con una sociedad de derechos cada vez más humana.
Estos temas se desarrollan en circunstancias que son inéditas, con tensiones y desafíos muy importantes para el país, y la reacción del equipo de gobierno no pudo ser mejor: rápida, precisa y eficaz, orientada por la postura inicial del Presidente: tratar los asuntos de estado humanamente y con la mayor serenidad posible, con moderación y mesura.
Por esas mismas razones, lo adecuado es asumir los compromisos con toda la dignidad requerida, pero conscientes de que lo que está en juego no es algo que se debe despachar con ligereza, sino un reto mayor para la administración y sobre todo para nuestra sociedad, porque la forma en que se solucione marcará en muchos sentidos el futuro colectivo.
Escenarios desafiantes relacionados con soberanía, con gobernabilidad y mucho más con las bases de la cohesión social y la calidad democrática de nuestra convivencia y organización colectiva, retan nuestras capacidades de demostrar que tan maduros podemos ser como sociedad.
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