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Un poema y el Estrecho de Ormuz

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                                                                                                                                          A José Báez Guerrero, porque es mi amigo.

El año se inicia con los dominicanos cifrando esperanzas en el proceso electoral pautado para el 20 de mayo y la comunidad internacional con los ojos puestos en el estrecho de Ormuz, por la amenaza iraní de cerrarlo al paso de petróleo proveniente del Golfo Pérsico. Por ese angosto brazo de mar se envía cerca del 40% de la producción mundial exportable, lo cual lo convierte en un punto vital para las naciones desarrolladas dependientes del petróleo.

El estrecho estuvo bajo el dominio de piratas durante cientos de años hasta el siglo XIX y su cercanía a Irán, la antigua Persia, hace de él un lugar de importancia estratégica para Occidente. Allí existió entre el siglo X y el siglo XVII un reino, establecido por los árabes, que luego pasó a control portugués. El estrecho está localizado entre el Golfo de Ares y el Pérsico, con Irán al norte y los Emiratos Árabes Unidos al sur.

Rubén Darío lo cita en su poema “Sonatina”, de su libro “Prosas Profanas”, cuando dice: “¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China/o en el que ha detenido su carroza argentina/para ver de sus ojos la dulzura de luz?/¿O en el rey de las Islas de las Rosas Fragantes,/o en el que es soberano de las claros diamantes,/o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?”

El estrecho es probablemente el lugar de más tensión en el mundo, incluso sobre la península de Corea, donde la transferencia hereditaria del poder tras la muerte del dictador Kim jon il, revive el fantasma de una guerra que ya costo cientos de miles de víctimas.

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