La columna de Miguel Guerrero
El gobierno ha culminado con éxito las difíciles negociaciones con la multinacional canadiense Barrick Gold para lograr una mayor y más justa participación de las exportaciones de oro y plata de la mina de Pueblo Viejo, evitando de este modo el trauma de un arbitraje doloroso.
El comunicado dado a conocer en forma conjunta sienta un precedente, deja atrás una triste experiencia y cierra una válvula de escape del enorme pasivo de insatisfacción social heredada por la presente administración.
La primera impresión indica que ambas partes entienden haber arribado a un trato de mutua conveniencia, lo cual augura una relación fructífera en el largo plazo.
No cabe duda que el resultado de estos meses de ardua negociación, mantenidas en un marco de celosa pero necesaria discreción, constituye un éxito para el gobierno del presidente Medina. Con ello de seguro consolidará, por lo menos por algún tiempo, los altos niveles de aceptación que ha mantenido en sus primeros nueve meses de gestión, a despecho de la desaceleración económica y el disgusto y las restricciones generados por la represión tributaria de finales del año pasado.
El gobierno ha dicho que todo el fruto de esta renegociación será usada para mejorar las condiciones de vida del pueblo dominicano y si cumple con ese compromiso se hará merecedor del reconocimiento público.
El éxito de esta administración al modificar los términos del contrato cuestiona la situación superada y a aquellos que aprobaron, muchos de ellos sin siquiera leerlo, el texto de un acuerdo lesivo al interés nacional, como lo definiera ante la Asamblea Nacional el presidente Medina el 27 de febrero.
Los negociadores del gobierno, al frente del cual figuró el ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, han cumplido con la misión que se les encomendó y esto merece ser reconocido incluso por quienes no simpatizan con el gobierno.