Con los cambios dispuestos esta semana el presidente Danilo Medina trata de superar debilidades que el Gobierno nunca confesó pero de las que era evidente que estaba suficientemente percatado.
El tema de la seguridad ciudadana es sin duda alguna el de mayor preocupación de la familia dominicana, y lejos de atenuarse el país ha estado presenciando, uno tras otros, acontecimientos que refuerzan la percepción de inseguridad, y la repuesta no podía limitarse a comparaciones estadísticas que nos proyectan en menor incidencia de hechos criminosos que en otras épocas o que en otras naciones.
Por demás no hay posición expuesta a mayores conspiraciones que la jefatura policial y dos años después de la gestión del mayor general Manuel Castro Castillo, ocurrió lo que ha sido tradición: se soltaron los demonios, asaltos a bancos, a familias en las galerías de sus residencias, a mensajeros, a estudiantes universitarios, muchas de las cosas que ocurren siempre esta vez llegaban empaquetadas.
Era tiempo de un nuevo jefe policial, el mayor general Nelson Peguero Paredes, que como escoba nueva barrerá mejor y seguro que traerá respiro, ese cambio pudo haber sido de rutina.
El general Pablo Arturo Pujols, cobraba como director de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) y se sentaba todos los días en el escritorio que corresponde a esa función, pero como autoridad no estaba allí desde el día que el temor a perder el cargo impidió actuar como le correspondía frente a la agresión de las que fueron objetos dos agentes de la institución por parte de un sobrino del ministro de Interior y Policía.
Si hubiese respaldado el cumplimiento del deber, que fue por lo que fueron agredidos los agentes de AMET, hubiese elevado la moral y la imagen de esa institución y probablemente fuera hoy el nuevo jefe policial, pero su actuación timorata hundió la institución.
A Miguel Pimentel Kereh, lo dejó mal herido el tema del hospital Darío Contreras, mil 500 millones de pesos en una remodelación es una inversión muy cuantiosa para una cosecha de inconformidades, pero no cuidó el cartón de manera directa y la prepotencia con las que los ejecutores de la obra se manejaron, sin darle participación ni al ministerio de Salud Pública ni a los médicos, ni al personal del hospital, iba a tener sus consecuencias y las tuvo: le desacreditaron la obra.
A esa crisis se añade el cuestionamiento de los veedores que han hablado de sobrevaluación en el tema de las escuelas a cargo de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE).
Con Inapa operaba un ping pong, desde el Gobierno hablaban de falta de gerencia y desde la institución de falta de recursos, lo cierto es que no se inauguraban acueductos y la sequía actual y las declaraciones del ingeniero Alberto Holguín, le pusieron la tapa al pomo, pero en verdad Inapa se manejó con precariedad.
La otra señal de los cambios, es la del acuerdo político del Gobierno con el Partido Revolucionario Dominicano, un adelanto tímido de una participación que debe incluir, pasadas las elecciones, posiciones más importantes en aras de mostrar un gobierno de Unidad Nacional.
Danilo Medina sabe que no hay fortaleza sin debilidades, y que resquicio desatendido es terreno fértil para el ejército contrario, que por más débil que parezca nunca se debe subestimar, por el contrario hay que considerarlo siempre en condiciones de sorprender y de atacar por donde puede causar mella.