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Un trato que espanta debe ser cambiado

Lo ideal fuera dejarle a la posteridad, ciudadanas y ciudadanos  formados para el buen vivir en comunidad, sociables, libres de las taras que lesionan a la presente generación preñada de vicios sociales.

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I.- El trato poco amable de ahora

1.- El agitado tren de vida que está llevando el pueblo dominicano, le impide darse cuenta del pensamiento de la generalidad de la gente, en lo que se refiere a la poca o ausencia de afectos.

2.- La afectuosidad que caracterizó a los nuestros, se ha perdido, y su lugar ocupado por la frialdad. Emotividad y calidez, lucen haber sido sustituidas por desprecio e indiferencia.

3.- Lo amistoso, esa parte bonita de la convivencia civilizada, ya no sobresale en las relaciones que antes se daban en nuestro medio. Lo despreciativo se hace notorio.

4.- En los rostros de los comunitarios con los cuales compartimos, se advierte un semblante poco amable, nada acogedor y cara nada de amigos. La insociabilidad está muy presente y en compañía de la aspereza.

5.- El ambiente nacional dominicano, se ha hecho adecuado para ese individuo que se siente a gusto enseñando en cada uno de sus actos la animadversión hacia los demás. Al parecer, la antipatía es más fácil de mostrar que el agrado.

6.- No debemos continuar como hasta ahora en el trato.  Cada quien luce preparado para el choque, la desavenencia y la desarmonía. Todo parece indicar  que aquí  la sana amistad desapareció y llegó la  discrepancia.

7.- Cualquier persona sensata y con sano juicio se haría la pregunta qué ha ocurrido para el cambio que se ha operado en los sanos sentimientos de las dominicanas y los dominicanos de ayer, ante los dañinos de hoy.

8.- Por cualquier lugar del país por donde nos movemos, la situación es fea, respecto  al trato, a la  interacción personal, a la camaradería de antes y el distanciamiento de ahora en el afecto.

9.- Es posible formularse la pregunta dónde está el calor humano que caracterizó a dominicanos y dominicanas; qué ha pasado con ese sentir expresivo y simpático, que ahora todo es muy circunspecto.

10.- La mujer o el hombre comunicativo, que conocimos en el dominicano del pasado, en el presente es sumamente metido para adentro, muy hermético. No suelta palabras con confianza, se presenta cauto, con mucha precaución.

11.- Lo que estamos  viendo es el proceder de personas que, antes de todo, razonan en el pensar mal, poner en duda y tela de juicio. La malicia está de por medio en el curso de una conversación que se establece por decisión de una persona sobre la base a creer sanamente en lo hablado.

12.- La franqueza que ayer primó, ya desapareció. Ahora, cada quien expone con cuidado, armado de escepticismo y cubiertas sus palabras con reticencia. El recelo, la aprehensión está en los interlocutores, aunque simulan certeza.

13.- El lenguaje llano y colmado de sinceridad, ya no está de por medio. Lo que está dominando es hacer comedia; fingir para engañar; comportarse ficticio; hacerse el confiado artificioso para recrear la mente del tonto confianzudo.

14.- Estamos en un período de la vida nacional dominicana, que al más avispado le arreglan la cama, para que duerma el sueño de los cerebros de mosquitos y despierte algo más que un lelo.

II.-  Cambiar de rumbo y de cómo   tratar a los demás

15.- De parte de mujeres y hombres de bien, es algo más que un compromiso, una obligación moral; un deber ético, cívico, ciudadano y humanista, que nuestro país cambie de rumbo, a los fines de construir un nuevo orden social en el cual ha de surgir otro ser humano.

16.- Las dominicanas y los dominicanos que creemos que un mundo futuro es mejor y posible,  debemos accionar para contar con una mejor persona en este espacio que ocupamos del planeta tierra.

17.- Porque la actual sociedad dominicana se dañó por completo, lo que nos queda es hacer lo posible para salvar la niñez, y evitar que ella se contamine con las infecciones que emanan del actual sistema podrido por entero.

18.- Lo ideal fuera dejarle a la posteridad, ciudadanas y ciudadanos  formados para el buen vivir en comunidad, sociables, libres de las taras que lesionan a la presente generación preñada de vicios sociales.

19.- Una dominicana o un dominicano, con una instrucción que descanse  en el amor, la solidaridad y la sociabilidad, de seguro que  mañana integra un país de mujeres y hombres unidos para el trabajo colectivo  creador.

Ideas finales

20.- Civismo, cortesía, delicadeza y urbanidad, se han de anidar en cerebros de ciudadanos y ciudadanas, que bien asimilen la educación que recibieron para convivir en armonía.

21.- La manera de nuestros coterráneos proceder ahora, es para dejarla de tener presente, olvidarla para siempre. Apartarla de nuestra mente, y solamente tenerla como la forma amarga de portarse una generación  de mujeres y hombres dañados por un sistema social injusto.

22.- Debemos aspirar a construir una sociedad que se pueda soportar, en la cual sus  integrantes practiquen  la tolerancia como forma de convivencia aguantable, para así no recordar  el actual ambiente que es anímicamente insoportable en el trato.

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