Para tener idea de la urgente necesidad de ampliar la capacidad de generación eléctrica, bastarían los razonamientos del empresario Juan Vicini LLuberes, en reciente artículo publicado en el Listín Diario, en el que señala que a un crecimiento moderado del 3% anual, en veinticinco años requeriremos una tasa de generación eléctrica que duplique el crecimiento del Producto Interno Bruto, es decir un 6% para suplir la demanda neta de energía. Esto equivaldría, según el señor Vicini, a un consumo diario en hora pico superior a los 10,000 MW/h, versus la potencia máxima actual de 2,500MW/s. De manera que para llenar los requerimientos de un crecimiento económico promedio del 3% en el próximo cuarto de siglo, el país necesitaría garantizar la expansión del sistema eléctrico con una inversión de entre 7.5 a 15 mil millones de dólares. Es obvio que el Estado dominicano, por sí mismo, no está en condiciones de asumir ese compromiso y que deberá abrir oportunidades a la inversión privada, sea de procedencia externa o nacional.
Tenemos, pues, que se trata de un desafío inaplazable, que debe comenzar cuanto antes. La Corporación Dominicana de Empresa Estatales Eléctricas (CDEEE) acaba de concluir un exitoso proceso de licitación de dos plantas a carbón, que generarán 720 megavatios. El impacto positivo de la incorporación de esas plantas a las redes de distribución es incuestionable, pero plantas de esa dimensión no se encuentran disponibles en el mercado y su construcción e instalación demandan entre dos y tres años.
No se justificaría postergar una decisión sin sufrir los riesgos de profundizar la crisis actual, asociada a una generación deficitaria en términos de calidad y una deuda creciente originada en onerosos subsidios destinados a mantener un sistema que apenas funciona, con elevados niveles de fraude y robo de energía.
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