Es mucho lo que se habla durante sesenta minutos en la oficina oval y más si hay temas como los que interesan a los presidentes Biden y Abinader sobre la amistad entre nuestros países.
Es una paradoja que ambos líderes concuerdan en que la relación bilateral está en su mejor momento, tras tres años sin embajador estadounidense en Santo Domingo, restricciones a la exportación de azúcar, falsas denuncias de abusos laborales, esclavismo y apatridia. Es una antilogía porque ciertamente, pese a todo esto, existe una amplia cooperación en otros aspectos como el combate al narcotráfico, la persecución de la corrupción, el mantenimiento de un atractivo clima de inversión y el intercambio comercial.
Los temas que incomodan resultan casi todos de presiones del partidismo gringo, que tantas veces por vía del Congreso en Washington entra en contradicción con la política deseada por la Casa Blanca. Por eso me alegró que Luis dijera a Biden que “el pueblo dominicano es su amigo, socio y aliado” y que lo invitara a venir al país para la Cumbre de las Américas.