Una juventud desatendida

«Juventud divino tesoro te vas para no volver¨, célebre frase del poeta nicaragüense, Rubén Darío, que nos habla de la brevedad de ese valioso periodo de nuestra vida que es la juventud que transcurre rauda y si no la aprovechamos para prepararnos y ser útil a  la sociedad, sería la perdida de tiempo más catastrófica que podríamos tener.

Traigo esto a colación porque constituye un escándalo el hecho denunciado  de que el país tiene cerca de 700 mil jóvenes que ni trabajan ni estudian, lo que tiene que movernos a profunda preocupación, ya que la juventud  ya no es el futuro sino el presente de cualquier nación. Un país que progresa es el que se ocupa de preparar su recurso más valioso, que es la juventud, como lo hacen actualmente países como Taiwán, Japón, China, Alemania y Estados Unidos, entre otros.

¿Que hacen el Gobierno, la sociedad y la familia en la vida de nuestros jóvenes? El Gobierno tiene un Ministerio de la Juventud que es muy poco lo que hace por carecer de un presupuesto que permita a ese organismo desarrollar  programas dirigidos a ese sector.

El Gobierno asigna  un cuatro por ciento del Presupuesto General de la Nación para la educación, pero hay una litis con los profesores que protestan por no percibir un  sueldo decente, un problema que urge atención. Buenos profesores significa una buena enseñanza.

Los profesionales jóvenes que se gradúan en universidades públicas y privadas se ven obligados a emigrar porque aquí no encuentran cupo para ejercer sus respectivas profesiones, lo que es una situación muy penosa. Eso debe ser motivo para que la sociedad adopte medidas a fin  de que sus conocimientos sean utilizados aquí.  La fuga de cerebros de profesionales dominicanos es una realidad que nos preocupa y agobia.

Otro problema grave es que  hay múltiples factores que inciden en la conducta del joven que lo convierte en infractor, que van asociados a la desintegración familiar, deterioro social y problemas económicos que lo impulsa a caer en los vicios. Estos son elementos propicios que influyen en el joven para iniciar el consumo de drogas llevándolo posteriormente a la deserción escolar y luego cometer actos delictivos que va desde el hurto hasta el homicidio.

Las drogas generan violencia y esta a su vez es considerada como una enfermedad social que ha adquirido proporción endémica convirtiéndose en uno de los problemas de salud pública mas graves que aquejan a nuestro país, siendo la situación más alarmante entre adolescentes y jóvenes entre  10  y 34  años. Recientemente un jovencito de 16 años asesinó a  sus padres.

Al consumir droga la probabilidad al igual que el alcohol de que una persona viole la integridad física, psicológica o social de otra persona, es considerada como el ejercicio de una fuerza indebida, de un sujeto a otro, siempre que se experimente como negativa.

Los jóvenes con problema de droga trastoca la familia, la comunidad y la sociedad en general y pone en peligro su desarrollo sano y sostenible. Tanto la droga, como el maltrato y la violencia provocan secuelas psicoafectivas que tendrán un impacto negativo en mayor o menor medida en el proceso de crecimiento y desarrollo del individuo durante la infancia,  adolescencia y juventud, así mismo condicionaran la posterior adaptación social del sujeto sano.

¿Qué hará el Gobierno,  la sociedad y la familia con estos 70 mil jóvenes, que ni trabajan ni estudian, en su mayoría procedentes de hogares disfuncionales, con madres solteras y padres irresponsables, para buscarle una solución? Tenemos que reconocer que aquí los crímenes, asaltos, homicidios, robos y drogadicción están a la orden del día, en los que participan  hombres  y mujeres jóvenes. Por Dios, se tiene que hacer algo por nuestra juventud desatendida.