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Una mirada crítica a la polarización impulsada por Trump

Enfoque
Benjamín Morales M.
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El tradicional informe previo a la Conferencia de Seguridad de Múnich (MSC) nos confirma, por desgracia, lo que todos sabemos, que vivimos en un mundo en plena transformación, donde la polarización y las incertidumbres se han convertido en el telón de fondo de las relaciones internacionales.

El documento, titulado «Multipolarización», no solo describe un escenario global fragmentado, sino que también plantea preguntas incómodas sobre el futuro del liberalismo político y económico, un sistema que durante décadas fue considerado el pilar del orden internacional. Sin embargo, en este nuevo contexto, el liberalismo está siendo cuestionado desde múltiples frentes, y uno de los principales responsables de esta erosión es el fenómeno Trump, cuya influencia sigue reverberando en la política global.

El informe señala que la victoria de Donald Trump en 2016, marcó el fin de un consenso en la política exterior estadounidense: el internacionalismo liberal. Para Trump y sus seguidores, el orden internacional construido por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial fue un «mal negocio».

Esta narrativa, que ha calado hondo en una parte significativa de la sociedad estadounidense, ha llevado a un repliegue de Estados Unidos de su papel histórico como garante de la paz y la estabilidad global. Esa realidad fue confirmada en las pasadas elecciones generales, cuando los estadounidenses se volcaron masivamente a apoyar la política trumpista y dar al mandatario un nuevo término, con todos los poderes necesarios para ejecutar sus visiones divisivas.

Este repliegue bajo Trump, no solo ha dejado un vacío de poder, sino que ha acelerado la multipolarización del sistema internacional, un proceso que, según el informe, puede ser visto tanto como una oportunidad como una amenaza, y que dictará el paso los próximos años.

En la lectura optimista, la multipolarización podría permitir una mayor gobernanza global y una distribución más equitativa del poder. Sin embargo, la visión pesimista advierte sobre el riesgo de desórdenes y conflictos, así como sobre la dificultad de alcanzar una cooperación efectiva en un mundo donde múltiples actores compiten por influencia.

Y es aquí donde la figura de Trump adquiere una relevancia crítica. Su presidencia no solo socavó las instituciones internacionales, sino que también alimentó el auge del populismo y el nacionalismo en todo el mundo, incluyendo Europa. Ese retrato se fortalecerá en su nuevo mandato y veremos una tendencia poderosa a la derecha extrema.

El informe destaca que la Unión Europea (UE) enfrenta graves retos en este nuevo escenario. La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania y el crecimiento del populismo nacionalista dentro de las sociedades europeas están poniendo en cuestión elementos centrales de la visión liberal de la UE.

La reelección de Trump intensificará estos desafíos, reanimando el debate sobre si la UE debe convertirse en un polo autónomo en la política internacional. Sin embargo, también podría fortalecer los movimientos populistas que profundizarían las divisiones internas y socavarían la capacidad de la UE para hacer frente a las crisis.

Pero más allá de los desafíos europeos, el informe plantea una pregunta fundamental: ¿qué significa la multipolarización para el futuro del orden internacional?

China, por ejemplo, se ha erigido como el principal promotor de un mundo multipolar, presentándose como el abogado de los países del llamado «sur global». Sin embargo, en Occidente, muchos ven esta postura como un mero disfraz retórico en su competencia por el poder con Estados Unidos. Y aunque la rivalidad entre Washington y Pekín se intensificará bajo un segundo mandato de Trump, China podría verse beneficiada por el abandono estadounidense de sus compromisos internacionales y el alejamiento de sus aliados tradicionales.

Rusia, por su parte, ha tenido cierto éxito en sus esfuerzos por desestabilizar el orden internacional, promoviendo una visión de un mundo multipolar organizado en torno a «Estados civilizadores». Sin embargo, como señala el informe, Moscú enfrenta problemas económicos crecientes y las consecuencias de sus excesos imperialistas. Su capacidad para implementar su visión de un mundo multipolar depende, en gran medida, de la reacción de los demás actores globales.

En este contexto, es imposible ignorar el papel de Trump en la aceleración de esta polarización global. Su retórica antiglobalización y su desdén por las instituciones internacionales no solo han debilitado el liderazgo estadounidense, sino que también han alimentado las tensiones ideológicas entre democracias y autocracias.

La narrativa de Trump, basada en la idea de que el orden internacional ha sido un «mal negocio» para Estados Unidos, ha resonado en sectores de la sociedad que se sienten marginados por la globalización. Sin embargo, esta narrativa es profundamente miope, ya que descarta los beneficios que el orden liberal ha traído a Estados Unidos y otros países del mundo, por lo que la política de generar tensiones en lugar de cooperación podría dar por sentada la teoría de izquierda que postula que la globalización era un engaño.

La polarización impulsada por Trump no es solo un fenómeno interno de Estados Unidos; es un fenómeno global que está redefiniendo las relaciones internacionales en diversas formas. Y aunque algunos ven en la multipolarización una oportunidad para redistribuir el poder de manera más equitativa, el riesgo de que este proceso derive en un mundo más conflictivo y menos cooperativo es muy real. En este sentido, el informe de la Conferencia de Seguridad de Múnich es una llamada de atención sobre la necesidad de repensar el orden internacional en un contexto de creciente polarización.

El mundo que describe el informe es un mundo en el que las certezas del pasado han dado paso a las incertidumbres del presente, en un escenario parecido al de la Guerra Fría. La multipolarización, impulsada en parte por la retórica y las políticas de Trump y sus seguidores globales, plantea tanto oportunidades como riesgos. Sin embargo, en un momento en el que el liberalismo político y económico están bajo asedio, es crucial recordar que el orden internacional no es un juego de suma cero.

La cooperación, el diálogo y el compromiso con los valores democráticos siguen siendo la mejor apuesta para construir un futuro más estable y próspero. La alternativa, como bien advierte el informe, es un mundo más fragmentado, más conflictivo y menos seguro para todos. Eso no le conviene a nadie.

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