Al hospital llegó una niña de once años con cinco meses de embarazo, más que embarazada lucia indigesta, raquítica. En sus cuatro chequeos prenatales encontraron niveles tensionales altos, anemia severa y que el bebé no crecía como correspondía. Como era predecible, llegó a emergencia convulsionando, con eclampsia o frenesí. Luego de hacerle una cesárea, se presentó una complicación, no paraba de sangrar y fue llevada otra vez a quirófano. Lleva más de dos semanas en sala de cuidados intensivos con una infección en sangre.
Con su pequeño cuerpo lavaba su sable el marido de su hermana. El hombre que viola a una niña de diez años es una bestia. El hacinamiento y el incesto forman parte de nuestra cotidianidad, esta cultura hay que cambiarla. Desde el punto de vista fisiológico, una niña de once años es una niña y una niña está en periodo de crecimiento y maduración de sus órganos sexuales, del sistema hormonal, no está lista para ser madre.
Es inaceptable no haber recomendado interrumpir el embarazo a una niña de once años, las complicaciones se conocían y de hecho se produjeron. La medicina se basa en evidencias y proteger la salud es su función.
La maternidad no es juego de niñas. Su evolución psicológica no le permite asumir la maternidad. ¿Cómo va a condicionar la vida de la niña el haber parido, el tener que cargar con el producto de una violación? Con suerte se convertirá en su hermano, que le recordará cada día al violador, o lo dará en adopción, una alternativa viable para los grupos conservadores. Estoy segura de que llegarán las dádivas de manos de las y los que tienen acceso a los recursos del Estado, y antes de que pasen dos años ya se olvidarán de ella y tendrá que arreglárselas como pueda. Crónica de una muerte anunciada.
Los responsables de que la vida de esta niña esté en peligro son el cuñado que la violó y el Ministerio de Salud por negarle atención médica adecuada a una niña embarazada con un cuadro clásico de eclampsia, principal causa de mortalidad materna en el país.
Alguien es culpable de que esta niña de once años no asista a la escuela o no esté jugando con niñas de su edad; quizás las condiciones de pobreza en que vive una gran parte de la población, la falta de educación sexual en escuelas, una herramienta para salvar vidas, y la cultura hipócrita que muchos manifiestan, entre ellos la iglesia, y nuestros legisladores que adecuan lo que deben legislar a los intereses del cielo y no de la tierra.
@lilliamfondeur
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