Para las reputadas universidades dominicanas sería una verdadera vergüenza que el país tuviera que traer especialistas en pedagogía del extranjero para superar las deficiencias de los maestros egresados de esas academias.
Esto significaría admitir que sus programas de estudio en las magisteriales están fallando o tienen deficiencias que entonces deberían ser profundamente analizadas y corregidas.
El hecho de que de 100 maestros que se someten a una prueba para optar por puestos de enseñanza en las escuelas, el 71 % resultara reprobado, habla muy mal de la preparación con que esos profesores salen de los centro académicos.
Si en algunos casos los programas universitarios están debidamente estructurados, habría que suponer que la falla reside en quienes les imparten la materia. En el supuesto caso de que tampoco haya deficiencias en este aspecto, la conclusión es que las universidades tienen un inexcusable grado de responsabilidad, ya que no deben graduar a profesionales mediocres.
En última instancia, ante el hecho establecido de que tenemos muchos egresados con preparación cuestionable, tendremos que admitir la necesidad de traer instructores de fuera, porque con maestros mal preparados no podemos graduar estudiantes con buenos niveles de conocimiento.
Lo que ha acontecido amerita un estudio profundo y la propia Asociación Dominicana de Profesores (ADP debería interesarse por que se obtengan resultados esclarecedores, porque está de por medio la imagen del magisterio nacional, el de las universidades y el peligro de no poder ofrecer a los estudiantes lo de que ellos carecen.
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