Una vergüenza nacional

José Báez Guerrero.

Mucha gente sensata no acaba de comprender qué caray puede motivar la carta del ex presidente Hipólito Mejía al secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, denunciando alegadas, pero infundamentadas irregularidades en las elecciones del 20 de mayo pasado.

Los propios observadores internacionales, incluidos los de la OEA, constataron cómo el 70% de los votantes ejerció libre y ordenadamente su derecho a escoger al nuevo Presidente de la República. El propio director del centro de cómputos del PRD admitió en conversación con diplomáticos la misma noche de las elecciones que el PRD perdió. La Junta Central Electoral (JCE) ya proclamó a Danilo Medina como presidente electo y jefes de Estado de naciones amigas lo han felicitado a él por ganar y al pueblo dominicano por su vocación democrática.

Las iglesias, las asociaciones empresariales, las entidades de la sociedad civil, pese a reparos en cuanto a un alegado gasto de fondos públicos en la campaña para favorecer a Medina, han aceptado, algunos con complacencia y otros reticentemente, que la JCE organizó excelentemente los comicios, que la votación fue ordenada y que sus resultados son legítimos.

El mayor mentís al absurdo reclamo del ex presidente Mejía es que el PRD no impugnó en tiempo hábil ¡ni una sola de las actas en las mesas de votación en todo el país!

Un vocero de Mejía, Héctor Guzmán, intenta explicar el motivo de la carta a la OEA. Dijo que el PRD “ha pedido a la OEA que levante su voz de protesta para impedir la pérdida de los derechos civiles y democráticos adquiridos con mucho sacrificio por los dominicanos”.

¿Pero será que el liderazgo del PRD perdió sus cabales tras perder las elecciones? ¿Quién en su sano juicio puede justificadamente afirmar que “los derechos civiles y democráticos” de los dominicanos estén en peligro porque el PRD vuelva a perder unas elecciones? ¿Aparte de las usuales pero aisladas denuncias que suele haber en toda democracia, qué ejemplos o casos puede el PRD mostrar para afirmar esa afrenta a la democracia nacional?

Desde los días del cónsul Saint Denys, los políticos dominicanos han tratado de resolver con triquiñuelas y componendas con foráneos lo que no logran legítimamente. Es una vergüenza nacional que un ex presidente que se niega a aceptar que perdió en buena lid, con un 46% del voto, ande embarrando la democracia dominicana en el extranjero.

José Báez Guerrero

josebaezguerrero@gmail.com