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Batalla Electoral 2024

Urgente: Barrigol y Bahía de las Águilas

Tony Pérez.

Tony Pérez.

Que la “Barrigol” se atribuya la condición de templo paradisíaco cuyos actores se desviven por los pobres… Lo entiendo.

Que esta transnacional fanfarronee que hizo ya con la gente de la provincia Sánchez Ramírez “lo que nunca se había hecho”: rescatarla de un envenenamiento seguro… Lo entiendo.

Que esta empresa alardee de haber sacado del infierno de la pobreza al municipio cabecera, Cotuí, para convertirlo en un paraíso económico… Lo entiendo.

Que se ufane de su contrato amoroso con el Estado dominicano… Lo entiendo.

Que, cual papá pegón, desafíe al Gobierno y al Presidente Medina… Lo entiendo.

Que invierta millones y millones de dólares en publicidad y en patrocinio de periodistas… Lo entiendo.

Que sobrevalore su inversión en las minas de oro de Pueblo Viejo… Lo entiendo.

Que esta firma de origen canadiense se considere intocable, por encima del bien y del mal… Lo entiendo.

Que se pavonee de su profundo amor por un ambiente sano y una distribución equitativa de las riquezas extraídas en la provincia nordestana… Lo entiendo.

BAHÍA DE LA DISCORDIA

Si unos vivos se reparten como un bizcocho de cumpleaños el Parque Nacional Jaragua… Lo entiendo.

Si se apropiaron de toda la costa que va desde Cabo Rojo hasta la frontera con Haití, y toda la ruta hacia Hoyo de Pelempito … Lo entiendo.

Si desde los municipios Enriquillo y Oviedo hasta Pedernales no ha quedado un metro de tierra cultivable, ni un milímetro de zonas playeras con vocación turística… Lo entiendo.

Si el italiano Aldo Meroni es el nuevo padre de la patria de Pedernales (desde el cubano y Marchena no teníamos uno) y mañana lo declaran “hijo distinguido” y designan una calle con su nombre… Lo entiendo.

Si el Congreso, Medio Ambiente, Turismo y la Presidencia rompieron récord de velocidad en tramitar el papeleo para venta de terrenos en litis en el lugar más apetecido de la Bahía… Lo entiendo.

Si hay muchos testaferros de políticos en las listas de compradores de “buena fe”… Lo entiendo.

Si las autoridades “no conocen” a los adquirientes de títulos amañados, “no los han visto nunca”… Lo entiendo.

Si pisotean la dignidad de los pedernalenses al presentarlos como miserables urgidos de quien sea (hasta de los forajidos) para que los saquen de la pobreza… Lo entiendo.

Si descalifican, niegan y excluyen a quienes osen denunciar un delito gigante con pinta de legal… Lo entiendo.

Si en todo este embrollo hay simuladores de todos los partidos… Lo entiendo.

Lo que no entiendo –ni entenderé nunca–  cómo pretender de honesto y patriota, y defender aquella conspiración contra lo nuestro. Cómo llamarse luchador por los pobres y al mismo tiempo atentar contra ellos, ahondando su desgracia. Cómo abusar de la ignorancia y la indefensión de quienes nos ufanamos en proteger. Cómo ser juez parcializado con los mejores intereses nacionales si se es parte fundamental del delito. Cómo tener la responsabilidad de velar por el patrimonio estatal y, al mismo tiempo, ponerlo como carnada a los depredadores. Cómo ser periodista y sentarse a mirar indiferente, si no a celebrar, el desfile de mafiosos que se lleva dentro de las uñas aquello que pertenece a todos y todas.

No entiendo, no entiendo, no entiendo. Ni entenderé.

Sé que seguirá la bulla como cortina de humo para colar entre la bruma el latrocinio. Pero cuando se tiene a mano la razón son innecesarias las alharacas y la compra de loas. Innecesarias las reacciones virulentas, las negaciones vulgares, las descalificaciones alegres… las amenazas y las poses arrogantes. Apelar a estos recursos implica una autoincriminación. Y, como resultado, la condena de la justicia ha de venir, si es justicia. Si no, la mirada escrutadora de la gente consciente, la cual hiere mucho más que la fama que generan los pesos exprimidos al erario.

Mucha gente ha perdido la esperanza. Yo no.

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