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Batalla Electoral 2024

Urgente: Danilo, guitarra a la derecha; violín a la izquierda

Tony Pérez.

Entendible la oleada de críticas y desencantos provocada por la designación de los ministros y otros funcionarios, dispuesta por el nuevo presidente Danilo Medina tras su ardiente discurso ante la Asamblea Nacional, este 16 de agosto.

Unos esperaban cambio radical de caras, quizás inducidos por la imagen de corrupto que se dejó construir el gobierno presidido por Leonel Fernández, dada su demostrada incapacidad para prevenir crisis y resolver conflictos en términos comunicacionales; sumado a un funcionariado que, en general, no pasó de ser un conjunto de políticos tradicionales que jugaron más al culto al jefe, al individualismo y a que todo lo saben, pero que no entendieron los nuevos tiempos e ignoraron la importancia de la empatía con la sociedad que los eligió y los escrutó siempre. O porque entienden que es imposible convertir en hechos su excelente discurso con un parque de jurásicos acostumbrado a la élite. O porque esperaban una nueva estructura dirigencial que sintonizara con sus expectativas de empleos. O, sencillamente, porque reclamaban cambios, por fuñir la paciencia o por morbo.

Razones ha habido, y de sobra; aunque algunas de ellas muy personales.

Las primeras acciones de Medina son, sin embargo, también comprensibles a partir de dos ataduras importantes que la madurez política tal vez no aconsejó romper de entrada:

Primero, ha llegado a Palacio respaldado por un carismático Fernández, tres veces presidente de la República y presidente del oficialista Partido de la Liberación Dominicana. Y segundo, la práctica ya histórica de repartir los principales cargos estatales entre  los miembros del comité político de tal organización y algunos amigos.

Con tal arranque comienza ganando el saliente. El flemático Medina lo reivindica en tanto manda el mensaje de que fue muy bueno y que no todos sus funcionarios eran corruptos, ni arrogantes ni malos administradores como indicaban las percepciones. Ha sido una constante en su discurso la no negociación con los deshonestos ni con los altaneros.

Pero más al fondo, según el discurso, la apuesta del nuevo mandatario es un cambio extremo del modelo Fernández, el cual estuvo más orientado a grandes infraestructuras en la zona urbana,

Conforme lo explicado, el suyo prioriza la inversión social en los más necesitados y pone en primer plano a las políticas públicas como rectoras del proceso, no las caras de personas. Políticas que están orientadas a atacar la pobreza y la indigencia, el analfabetismo, debilidades en la educación formal y en la salud pública.

Ha de esperarse, entonces, que los ministros y otros funcionarios ratificados hagan los ajustes correspondientes ante la nueva realidad, salvo que tengan complejo de un grano de maíz en el gallinero…

Y, sobre todo, que el Presidente Medina se haya especializado en tocar guitarra, y en violín, para auxiliarse cuando esta falte.

Tony Pérez

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