No podía ser más floja e irresponsable la reacción del candidato presidencial del opositor Partido Revolucionario Dominicano, Hipólito Mejía, y su equipo, ante la denuncia conjunta de los gobiernos dominicano y haitiano de que su estrecho colaborador, ex coronel Pedro Julio Goico Guerrero (Pepe), está involucrado en un complot para derrocar al presidente de Haití, Michel Martelly. Igual de sosa y huidiza ha sido la reacción este sábado del empresario haitiano Pierre Kanzki
Los de aquí solo han dicho con monumental desparpajo que tal acusación es “una bola de humo” para desviar la atención de las graves imputaciones de corrupción que ellos han formulado al senador Félix Bautista, hombre de la extrema confianza del Presidente Leonel Fernández.
Y el de allá apenas se desliga de la denunciada conspiración, aduciendo que participó con pasión por la victoria de Martelly, y que su relación con Goico Guerrero se limita a que comparten gusto por las motocicletas y hacen algunos negocios amigables.
Al legislador por San Juan de la Maguana, ex coordinador de la Oficina Supervisora de Obras del Estado y empresario de la construcción, lo acusan de donar unos 10 millones de dólares al presidente haitiano (durante la campaña y ahora), para que éste le favorezca con proyectos de infraestructura, grado a grado, en el proceso de reconstrucción iniciado en el país del oeste de la isla tras el terremoto del 12 de enero de 2010.
La productora de televisión Nuria Piera presentó en uno de sus programas recientes cheques que –según ella– constituyen evidencia de la relación económica del alto funcionario dominicano y el ejecutivo haitiano. Y describió su meteórico crecimiento económico a partir del primer período de Fernández, en 1996. Al negar tal denuncia, el gobierno haitiano ha adelantado que se trata de documentos apócrifos para hacer daño al presidente. Y el legislador dominicano, de manera escueta, ha dicho que iría a la justicia.
En una conferencia de prensa, hace una semana, las autoridades de ambos países presentaron una grabación de una conversación entre Goico Guerrero y el empresario Pierre Kanzki, en la cual el primero, sin esconder intención de sugestión, en tono recio, le manda reiteradamente a llamar a su superior para que aprovechen la denuncia de Nuria y agiten el ambiente político, de modo que esto provoque el derrocamiento del mandatario. Le insistió en que debían contribuir con la victoria el 20 de mayo, aquí, porque han abrazado la misma lucha anticorrupción.
Si la delación sobre la presunta conjura fuera una “bola de humo” para desviar la atención pública de supuestos actos de corrupción gubernamental –como alegan sin negar la grabación, el ex Presidente Mejía y su equipo—, entonces habrían cometido otro error de campaña imperdonable.
Otra vez le han puesto en el caldero del Gobierno y del oficialista Partido de la Liberación Dominicana las siete carnes y los víveres peladitos para hacer un suculento sancocho, corriendo el riesgo de quedarse “oliendo donde guisan”. La “bola de humo” salió del mismo fogón del partido opositor.
Se supone que Goico Guerrero, ex jefe de la avanzada presidencial durante el gobierno presidido por Mejía (2000-2004) y su asistente especial actual, no debe tener licencia para impulsar la desestabilización social en República Dominicana. Mucho menos en un Estado soberano y vecino como Haití, salvo que su superior lo autorice o quiera correr el riesgo de ser tildado de conspirador. Hace mucho –y más ahora— que, para la población, lo que el influyente Goico Guerrero hace es atribuible a Mejía, vistos sus vínculos indestructibles.
La crisis económica, social y política que hace décadas sufre Haití ha provocado consecuencias graves a este lado de la isla. Y las cinco provincias dominicanas ubicadas en la frontera han sido las primeras en ser impactadas con más pobreza, corrupción, contrabando, drogas, promiscuidad, enfermedades, deforestación, contaminación.
Así que el efecto electoral favorable buscado por particulares con el derrocamiento de un gobierno hermano, si fuera cierto, implicaría un riesgo económico, político y social demasiado alto para la República Dominicana, sin mencionar la erosión de la credibilidad nacional frente al mundo y la vida misma de la democracia.
Por mucho menos que la llamada telefónica citada, han apresado recientemente en Nueva York a un joven dominicano, y solo ha faltado que le consideren como la reencarnación de Osama Bin Laden. Pero en Macondo todo se vale.
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