Urgente: En pausa la guerrita de Salcedo

Tony Pérez.

Los tres muertos resultado de los desórdenes de hace una semana y otro del 12 de mayo, en Salcedo, no eran “arientes ni parientes” de una facción perfumada del opositor Partido Revolucionario Dominicano que con mucha euforia ha asumido el conflicto y hasta ha llamado a la militancia a “lanzarse a las calles”. Tampoco los veinte y tantos heridos de los que se ha hablado.

No eran hijos, ni nietos, ni nada del ex Presidente Hipólito Mejía. Ni del presidente en funciones de tal partido y ex presidente del Senado, Andrés Bautista. Ni del ex alcalde del Distrito, Rafael Suberví Bonilla. Ni del ex ministro técnico de la Presidencia, Ramón Alburquerque. Ni del ex consultor jurídico de la Presidencia, Enmanuel Esquea Guerrero. Ni del ex senador Alejandro Santos. Ni del ex diputado Luis Ernesto Camilo. Ni de Rafael –Fafa—Taveras. Ni de Geanilda Vásquez, ni de Orlando Jorge Mera… Tampoco de los funcionarios gubernamentales ni de políticos que solo reverdecen en el caos.

La mayoría de esa dirigencia es empresaria y otros están sobre la franja privilegiada de los acomodados, muy lejos de la mala vida en el suburbio El Matadero, de ese municipio del Cibao oriental.

Los caídos eran hijos de “Tata la del barrio”, parte de un grupo pendejos y estúpidos que se dejó usar como ratas de laboratorios. Por tanto, el olvido ha brotado más rápido en quienes los agitaron que las gramas alrededor de sus tumbas.

Eran miserables de esos que pare y cría la sociedad como si fueran cerdos en pocilgas descuidadas, distantes de cualquier asomo de educación, salud, alimentación y sano entretenimiento; y muy cerca del mundo tenebroso del delito y la violencia.

De esos muchachos –y hasta muchachas— sin derecho a pensar, que salen a las calles con todo el ímpetu de la juventud, orondos, con el pecho abierto como escudo y activando armas como si fuesen juguetes de reyes, sin darse cuenta siquiera que a lo más que llegan es a ser marionetas en alto riesgo de muerte manipuladas por personas maquiavélicas.

Mandar gente pobre e inconsciente a las calles a “protestar” sin que esta sepa a ciencia cierta por qué lo hace, es un crimen imperdonable porque equivale a expedirle un pasaje al cementerio para luego los agitadores cebarse mediáticamente con su muerte y al final lograr objetivos económicos.

Salcedo merece otro tratamiento. Una mirada responsable lejos de la violencia irracional y el oportunismo. Y esto deberían saberlo y practicarlo los líderes del PRD, del oficialista Partido de la Liberación Dominicana, de la izquierda, del empresariado, las iglesias y los clubes… Todos los habitantes.

El cese de la guerrita, negociado por una oportuna comisión representativa de entidades de la provincia, debería ser asumido como una excusa por todo el liderazgo, para motorizar una intervención más profunda en el mal socioeconómico y político que sufre Salcedo, en aras de una mejoría en las condiciones de vida, eliminación de la delincuencia y construcción de la paz real y duradera soñada. De no ser así, a la vuelta de la esquina tendremos la otra explosión.

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