Durante sus primeros cien días de gestión, el Presidente Danilo Medina ha dispuesto el cierre de varias instituciones que “ya han cumplido con su misión”, entre ellas las comisiones de Reforma del Estado y de la Justicia. Bien.
Pero supongo que tiene en carpeta para un futuro casi inmediato la fusión o eliminación de otras que han perdido pertinencia en tanto estructuras aisladas, como los ministerios de la Mujer y de la Juventud, y acelerar la transformación de algunas; por ejemplo, Salud Pública, la cual paga con ineficiencia e ineficacia su sobrecarga de responsabilidades en una sociedad cada vez más grande y compleja.
Para decirlo en la jerga de los médicos, tal ministerio es una institución contracturada, sus músculos han perdido la consistencia y ya no responden. Su gigantismo y dispersión la hace muy vulnerable e incapaz de mantener niveles de calidad competitivos. Su transformación no puede esperar más.
En 2001, la ley 87 (crea el Sistema de Seguridad Social), estableció reformas que la salvarían del anquilosamiento.
En el artículo 167 dispone la creación y desarrollo de la Red Pública de Salud, “con el propósito de lograr niveles adecuados de calidad, satisfacción, oportunidad, eficiencia y productividad”.
Y cita siete aspectos básicos en los cuales hay que trabajar: desde la remodelación de las instituciones de salud, construcción y equipamiento en las áreas geográficas de mayor demanda, contratación de personal de calidad, “separación de la responsabilidad de regulación, dirección y supervisión de las funciones de administración del riesgo y provisión de los servicios de salud, hasta la firma de compromisos de gestión entre la Secretaría de Estado de Salud Pública y Asistencia Social (SESPAS) y/o el Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS) y el personal directivo, profesional, técnico y administrativo de las instituciones de salud, otorgando incentivos financieros, materiales y morales por el logro de metas de cobertura poblacional y por resultados obtenidos en términos de calidad, oportunidad y satisfacción”.
Un párrafo anexo dispone:
“El Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS) establecerá límites para la ejecución de estas reformas, mediante una programación gradual y progresiva. El Estado Dominicano ampliará los programas y proyectos de reforma del sector salud, orientados a fortalecer la función rectora, normativa y supervisora de la Secretaría de Estado de Salud Pública y Asistencia Social (SESPAS) del Sistema Nacional de Salud; así como a desarrollar la capacidad del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS) y de las Administradoras de Riesgos de Salud locales de administrar los riesgos y proveer los servicios de salud en redes articuladas, de acuerdo a la presente ley y sus normas complementarias”.
Poco se ha avanzado, sin embargo, en la dirección prevista: desembarazar a esa institución. Los cambios más notorios se registran en construcción de infraestructuras y en el nombre oficial (antes, Secretaría; ahora, Ministerio). Es que los intereses y el pugilato interno han podido más que las urgencias de los demandantes de los servicios de salud.
Con unas edificaciones que otros países del área desearían, no creo que sea tan difícil la creación y puesta en funcionamiento de una red pública bien articulada, óptima y al servicio de la población, si hubiera voluntad política. Y ahí le doy un voto de confianza al Presidente Medina.
El momento exige el deslinde de los hospitales y demás centros en manos de Salud Pública para crear un sistema único que garantice financiamiento y calidad en los servicios de manera sostenida y en todo el territorio nacional.
Con la Red Pública de Salud evitaríamos el gran problema de hospitales abandonados, hediondos, con escasos insumos, sin los equipos y los especialistas necesarios. Tendríamos centros en cualquier rincón del país para ofrecer servicios con dignidad y sin cobro alguno a los muy pobres, mientras venden servicios a las Aseguradoras de Riesgos de Salud privadas y al Seguro Nacional de Salud (Senasa). Entonces el Gobierno no sangraría el erario para tirarlo por un foso sin fondo. Nuestros indicadores de salud nos siguen avergonzando. Sorpréndame ahora, Presidente.
Anduvo por Pedernales, y no de parranda
La visita de Danilo Medina a Juancho, provincia Pedernales, es buen indicio de que alguien del Gobierno, por fin, se preocupará en serio por el sur profundo.
No conozco precedentes de que un mandatario recién posesionado mire hacia los jodidos. Casi siempre se olvidan de ellos una vez ganan las elecciones, y vuelven a recordarse cuatro años después, en tiempos de campaña.
Como pedernalense, aplaudo esa visita.
Pedernales, allá en el suroeste de la frontera dominico-haitiana, ha aportado demasiado a la economía de este país. Sus ricas minas de bauxita y piedra caliza han sido diezmadas, a cambio de nada. Sus cafetales de la loma, ahora abandonados, aportaban al mercado buenas producciones, aunque nadie las conociera como café Pedernales, pues se vendía en Barahona. Sus pescados, mariscos y cangrejos, reconocidos por su calidad, están en las mesas de muchos hoteles, resort y restaurantes…
Esa provincia aún tiene mucho que ofertar. Sus recursos naturales son envidiables. Y su explotación racional en un marco de transparencia, sin incursión de los “vivos” que se adueñan de todo, podría ayudar a sacarla de la pobreza y el aislamiento.
El abordaje integral de la región es, sin embargo, imprescindible si se apuesta al desarrollo sostenido. Así que si el Gobierno pretende desarrollar el turismo, me imagino que sus técnicos han pensado en los endiablados 124 kilómetros de carretera que separan a Barahona y Pedernales.
La última vez que oí de reconstrucción de esa vía fue al final del gobierno de Balaguer (1986-1990). El tramo fue intervenido; la campaña electoral estaba en su buena. Según supe por boca de un ingeniero que trabajaba en la obra, la idea era construir una verdadera carretera para sustituir el laberinto actual que alguien hizo una vez siguiendo el “mapa topográfico” que diseñan con su instinto los animales. Pero, dada la premura política, hubo una contraorden: “terminen eso comoquiera, estamos en campaña”.
Esa obra es necesaria si el Gobierno quiere motivar a los inversores. Sé que los recursos son escasos, pero dice el pueblo que “cuando se quiere se puede”. Supongo que hay empresarios dominicanos con mucho dinero que pueden construirla a crédito. O empresas beneficiarias de megaproyectos gubernamentales, como la brasileña Odebrecht, que quizás quieran solidarizarse con nosotros en medio de esta crisis y nos financien las obras, como el presidente venezolano Hugo Chávez nos financia el petróleo a través de Petrocaribe.
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