Urgente: Tiros al aire en Salcedo

Tony Pérez.

En nada ayudará a la solución de los déficits sociales acumulados durante décadas en Salcedo, el ruido mediático creado por la oposición política al culpar al senador oficialista Luis René Canaán Rojas de los desórdenes callejeros que han terminado con un saldo de tres muertos y al menos una decena de heridos.

La retaliación y el aprovechamiento político de un problema social urgido de una mirada integral y solidaria, es el mejor aporte al ocultamiento de las causas que lo originan y, por tanto, al agravamiento de las condiciones de vida de quienes habitan la capital de la provincia Hermanas Mirabal.

Hay formas de oponerse más productivas y menos inhumanas que esa de aprovecharse del derrame de la sangre de gente pobre para escandalizar, frotarse las manos de emoción y de manera hipócrita simular dolor por la tragedia.

No hay cosa más difícil que defender a un político en República Dominicana. La mayoría entiende que “el fin justifica los medios”; es capaz de cualquier tropelía con tal de lograr sus objetivos particulares, y hasta se ejercita religiosamente en la ingratitud.

Pero en esta ocasión casi aseguro que el senador Canaán Rojas nada tiene que ver con los asesinados brutales de hace una semana, ni con el homicidio de un joven el 12 de mayo, ocho días antes de las elecciones presidenciales, durante un confuso incidente ocurrido en el parque central de la comunidad.

Eso es pura cháchara política; tiros de salva al aire. Un monumento a la irresponsabilidad cuando se requiere de inteligencia y cautela política que permitan circular con éxito por el túnel oscuro de la realidad. Con tanto lodo salpicado, ahora será más difícil creer en las conclusiones de la investigación del Ministerio Público, aunque estas sean las más verídicas del mundo.

Los muertos y los heridos no cayeron del cielo. Alguien mató; alguien asesinó. Y ese alguien tiene nombre, apellido y, quizás, acta de nacimiento, cédula, pasaporte. Autoridades y oposición deberían ayudar a su identificación, sin apasionamientos. Porque esto afecta al oficialismo, pero también a quienes, conociendo la verdad, la ocultan para beneficiarse como opositores.

La brutalidad policial y militar una vez más estuvo a la vista. Pero también el desafío a la autoridad con armas de cualquier calibre, manipuladas por hombres y mujeres del sitio y por otros llegados como refuerzos de provincias cercanas. Sean militares, policías o civiles, los autores de los crímenes deberían responder ante los tribunales.

De algo debería servir, sin embargo, la sangre de gente empobrecida que ha tintado a junio. De ninguna manera sería para provocar otra cadena de muertos y heridos y sembrar desesperanza en los comunitarios; tampoco para agitar las pasiones y mandar a las calles a la gente como “carne de cañón”.

No se trata de un espectáculo de Juan Luis Guerra. Ni un juego béisbol donde lance Pedro Martínez. Frente a una realidad tan cruel, el oportunismo es peor.

Salcedo está rodeado de suburbios paupérrimos como El Matadero y Los Mangos, por sí mismos violentos debido al desempleo, el hacinamiento, la carencia de servicios básicos como agua, electricidad, recogida de basura; ausencia de lugares de entretenimiento y de viviendas dignas… Son zonas muy vulnerables al consumo y tráfico de drogas. La juventud de allí tiene muchas razones para delinquir y ninguna para la felicidad.

La oposición política, incluidas las diferentes facciones de la izquierda, deberían re-enfocarse y coordinar con el Gobierno proyectos de desarrollo que ataquen aquellos males de fondo, salvo que apuesten a un descalabro total que se lleve de paro, por siempre, a todos y todas.

El horno que han construido en aquel pueblito cibaeño no está para miopías ni estrabismos políticos. Menos para sinrazones paridas por mentes calenturientas.

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