USA: Sesgo conservador

Tomen notas quienes llevan numeritos de este síndrome paleo conservador que rebrota cíclicamente. Anglo céntrico, cristo protestante, nacionalista y supremacista. Clavado en el corazón de América.

A sólo semanas de las cruciales elecciones norteamericanas, signadas por una fiera y pareja competencia entre el archi conocido Trump y la promisoria afro-indo descendiente Kamala Harris, conviene repasar lo que sucedía 30 años atrás, cuando trompetas ultraconservadoras sonaron fuerte en la tierra de Lincoln y Whitman. Del archivo memorable de Rumbo de los 90 condenso sendas columnas ilustrativas: Revolución conservadora,16/11/1994 y Pat Buchanan, 21/02/1996.

«El aplastante triunfo republicano en las elecciones de medio término de noviembre de 1994, le otorgó el control de ambas cámaras al GOP por primera vez en 40 años y ganancia de muchas gobernaciones dominadas por los demócratas, llevándose de paso al emblemático gobernador Mario Cuomo en New York, retomando la tendencia conservadora iniciada por el Reaganismo en la década del 80. En perspectiva de Newt Gingrich, líder de la nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes, se trata de una contienda sobre la dirección del país que enfrentará a los conservadores y a «las élites de izquierda», destinada a restaurar los valores tradicionales puritanos en una sociedad desarticulada por la contracultura liberal.

Para este georgiano antiguo profesor de Historia con visión victoriana sobre la moralidad ciudadana, tanto la pobreza, la violencia, el analfabetismo y las relaciones sexuales entre adolescentes conducentes al embarazo no deseado y al SIDA, «ponen en juego el futuro de la civilización norteamericana tal como ha existido en los últimos cien años». Su fórmula es un nuevo populismo crudamente conservador, condensado en el Contrato con la Nación, la plataforma que guio la batalla republicana por el Congreso, endosada por 300 candidatos a cargos electivos.

Gingrich -quien encabezará el Congreso junto al senador Robert Dole desde enero de 1995-, considera que Bill y Hillary Clinton han fracasado en proveer el liderato moral que precisa la sociedad norteamericana al favorecer «la contracultura de Yale», aludiendo a su compromiso ideológico con el liberalismo antibelicista de la década del 60.

Antes de este giro nacional del electorado, baluartes demócratas como New York elevaron a la alcaldía al exfiscal republicano Rudolph Giuliani, clausurando las aspiraciones de reelección del demócrata David Dinkins -el primer alcalde afroamericano de la ciudad, electo en 1990-, considerado blando por electores blancos ante desafueros de miembros de las comunidades negra e hispana.

En California el gobernador republicano reelecto Pete Wilson lanzó a referéndum su Propuesta 187, aprobada con el 59% de los votos, que penaliza la inmigración ilegal mediante la denegación de educación pública y asistencia médica a los indocumentados y sus hijos. Y Ted Kennedy, símbolo viviente de la élite liberal, debió batirse a fondo para retener la senaduría que heredó de su hermano 30 años atrás. Una encuesta nacional reveló que el 60% de la población entendía indeseable la continuación de la apertura migratoria del país.

El Nuevo Credo. Para Gingrich el objetivo estratégico es revertir la decadencia moral que se traduce en criminalidad en las calles, permisividad sexual en la juventud, degradación de la educación, falta de ética de trabajo y arreligiosidad. El Estado Benefactor, maximizado por la Gran Sociedad preconizada por los demócratas en los años 60 bajo el presidente Johnson, es identificado como causante de estos males. Mientras que la «élite liberal de la contracultura» se señala como responsable. «Hoy aterrorizada -según este ideólogo- ante el chance de renovar la civilización norteamericana».

La agenda republicana contempla la reducción impositiva para las clases media y alta, consonante con el enfoque desarrollado por Reagan para dinamizar la economía incentivando a los grupos con capacidad empresarial, al tiempo que se balancea el presupuesto reduciendo el déficit al eliminar gastos en el Medicare y el Medicaid, los departamentos con programas sociales (Salud, Educación, Vivienda y Desarrollo Urbano) y en la recién promulgada ley para controlar el crimen, valorada en US$30,000 millones.

Los créditos estudiantiles, vales educativos, fondos para educación especial y el rezo en las escuelas, aparecen como herramientas para renovar la enseñanza. Cada escolar deberá dedicar 2 horas mínimas diarias para sus tareas. Mientras los 14 millones de receptores de ayuda a las familias con hijos dependientes, deberán asumir obligaciones laborales.

La política medioambiental apunta a reglamentar sólo aquellas áreas en las que la salud y la seguridad estén en riesgo significativo, previa evaluación costo beneficio. Se compensaría a los afectados por las regulaciones y daría asistencia federal a los gobiernos estatales y locales.

En defensa se revisaría la capacidad militar de la nación mediante una junta de expertos independientes, mejorando los sueldos de la tropa y restringiendo la participación en operaciones de mantenimiento de paz bajo la ONU. En política exterior -con el comité de exteriores del Senado presidido por el ultraconservador Jesse Helms- la agenda apunta a reducir la ayuda a la ONU, a Rusia y a entidades como el Banco Mundial y la OTAN. En la mirilla, achicar USAID y retirar las tropas en Haití. Y renuencia a ratificar el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) en 1994.

Esta agenda, a medio término de la administración Clinton y sus aspiraciones de reelección, pretende ser el trampolín republicano para retomar la Casa Blanca en las elecciones presidenciales del 96.»

Un año más tarde (21/02/1996) Rumbo acogía mi texto dedicado a ponderar a otro potente ideólogo, Pat Buchanan. Un «magnífico comunicador de sus ideas, polemista inveterado, conservador militante, católico fundamentalista, llamado el profeta de la derecha radical en la contienda por la nominación presidencial republicana. Retador del líder de la mayoría senatorial Robert Dole para encabezar la fórmula del partido de Lincoln frente al presidente Clinton en las presidenciales del 96. Los resultados del caucus de Iowa (26% Dole, 23% Buchanan y 18% Alexander) y los pronósticos de Gallup para las primarias de New Hampshire (26%, 25% y 20%), han colocado al polémico comentarista de TV en el centro de la controversia.

Al establishment republicano que respalda las aspiraciones de Dole -24 gobernadores y 29 senadores- le preocupa el sesgo de derecha en la campaña de Buchanan, tildado de racista, machista y antisemita. El grueso del electorado se identifica con posiciones centristas, al grado que Newt Gingrich -ideólogo de la plataforma republicana triunfante en los comicios del 94- se ha sumado a las voces que critican el radicalismo de Buchanan. Reveses sucesivos de Dole alejarían las posibilidades republicanas de capturar la Casa Blanca, reforzando las de Clinton de repetir en la presidencia.

Familiar en el popular talk show CNN Crossfire, con máster de Columbia, Buchanan fue asistente de Nixon y director de prensa de Reagan. Columnista de opinión, su fuerte ha estado en la radio y la TV, utilizados con destreza para oponerse al aborto, los derechos homosexuales y los inmigrantes ilegales.

Participó en las primarias del 92 retando al presidente Bush, dándose a conocer como defensor de la industria y la agricultura norteamericanas. Sus posiciones nacionalistas lo llevaron a oponerse al tratado NAFTA con el alegato de que se exportaban puestos de trabajo. Neoproteccionista, ha criticado la participación de EEUU en la Organización Mundial del Comercio (OMC), planteando el retiro para dejar libre al país de actuar a su conveniencia en el comercio internacional.

En política exterior se destaca su oposición a la participación de tropas norteamericanas en operaciones multilaterales de paz como las de Bosnia y Haití, abogando por poner fin al rol de Estados Unidos como gendarme mundial, citando la experiencia de Vietnam. Según Buchanan la vida de un norteamericano no debe ser puesta en peligro si no está en juego la seguridad nacional. Frente a las presiones de China contra Taiwán y la posibilidad de una agresión armada, Buchanan plantea honrar el compromiso de Estados Unidos de auxiliar a su viejo aliado nacionalista, retirando al mismo tiempo el trato de nación más favorecida que se le da a China en el mercado norteamericano.

En política migratoria Buchanan favorece una propuesta nacional similar a la 187 aprobada en California, que niegue la asistencia social, la educación y los servicios de salud a los inmigrantes ilegales. La ola anti inmigratoria que arropa a casi todo el espectro político, ha obligado al propio Clinton a moverse hacia líneas cada vez más duras.

En materia religiosa es tajante. En reciente comparecencia por TV señaló: «Creo que Dios creó el Cielo y la Tierra. Creo en la Biblia y creo que a los niños no se les debe obligar a creer en ella, pero sí que cada niño debe conocer el Viejo y el Nuevo Testamentos». En giro característico de su estilo agudo y jocoso, Buchanan reaccionó ante el periodista Sam Donaldson de ABC: «Oye Sam, tú podrás creer que desciendes del mono -en alusión a la teoría de la evolución de Darwin. Yo no lo creo. Yo creo que tú eres una criatura de Dios». Buchanan aboga por la oración en las escuelas y el derecho de los padres a jugar un rol activo en la educación religiosa de los hijos. Garantizándole un fuerte respaldo de los cristianos conservadores.

Nacido en Washington DC hace 57 años, Buchanan proclama que hay pánico terminal por su campaña tanto en el lado republicano como en el demócrata. Presentándose como líder de una nueva revolución política de carácter conservador y populista: «de los campesinos con horcas». Llamada a restablecer con resonancia de trompetas parte del viejo orden de los salmos en el traje formidable de América, la indómita, puritana, proletaria, campesina, burguesa, liberal. Tierra de promisión para oleadas de inmigrantes, la que fue cantada en su Hojas de Hierba por el inmenso Walt Whitman, «un Cosmos, un hijo de Manhattan».

Tomen notas quienes llevan numeritos de este síndrome paleo conservador que rebrota cíclicamente. Anglo céntrico, cristo protestante, nacionalista y supremacista. Clavado en el corazón de América.