La pregunta no está mal hecha, pues creo que sólo algún evento cataclísmico e inesperado puede evitar que Luis Abinader sea cómodamente reelecto en las elecciones que son dentro de diez meses. Ayer el presidente le hizo coro a la alcaldesa Carolina Mejía durante una inauguración, al asegurar que “el cambio sigue”.
Sus palabras recibieron una gran ovación de los presentes, ninguna sorpresa, pero sí que se refiriera al apremio más manoseado de la política actual: Abinader está conminado por un plazo legal a anunciar su candidatura antes del 17 de agosto, o sea dentro de los próximos diez días. ¿Será su discurso ante el Congreso el 16 de agosto el escenario para aceptar su postulación?
Todas las encuestas más reputadas coinciden en mostrar que Luis concita, sin ser candidato formal, entre 53% y 59% de la simpatía electoral, porcentaje que aumenta cuando se contabiliza sólo a aquellos que dicen que votarán. Los piropos del FMI y demás organizaciones internacionales, por la estabilidad y el crecimiento, junto con la ausencia de alternativas con virtudes similares a Abinader, permiten pronosticar que va y se queda.
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