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Vanidad judicial

Mueve a reflexión que tanta gente se indigne por las preguntas que hizo el procurador Jean Alain Rodríguez a la jueza Miriam Germán durante la sesión del Consejo de la Magistratura. Si hubo asechanza o maquinación para dañar su reputación, o sea si fue emboscada, es otra cosa, que tiene que ver con la forma. Los anónimos huelen a pasquín.

JOSÉ BÁEZ GUERRERO

Mueve a reflexión que tanta gente se indigne por las preguntas que hizo el procurador Jean Alain Rodríguez a la jueza Miriam Germán durante la sesión del Consejo de la Magistratura. Si hubo asechanza o maquinación para dañar su reputación, o sea si fue emboscada, es otra cosa, que tiene que ver con la forma. Los anónimos huelen a pasquín.

Pero, ¿cualquier aspirante a ser reconfirmado o designado en la Suprema Corte no debe entender que aparte de competencia jurídica, honestidad y otras destrezas y atributos, debe poseer suficiente prudencia para comprender al poder político? En los Estados Unidos los jueces de la Suprema son vitalicios, precisamente para librarlos de toda subordinación política. Allá las audiencias senatoriales de confirmación para llegar a juez son mil veces más implacables, escrutadoras, penetrantes y demoledoras que aquí.

La jueza Germán, cuya integridad luce aún incólume tras los cuestionamientos, posee parcialidad hacia Víctor Díaz Rúa, imputado por Odebrecht; quiso estrujársela al procurador. Tras lanzarse a chapotear entre tiburones no luce quejarse. Sangró y la mordieron.

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