Aprobaron por consenso los 34 países de la Organización de Estados Americanos, una declaración de conciliación sobre el conflicto venezolano, con la anuencia del Gobierno de Venezuela, a fin de que la OEA promueva el diálogo auspiciado por la UNASUR, entre la Oposición y el Gobierno.
Optaron por una decisión de Hipocresía Diplomática, guiada por la ideología política, al tiempo de descartar las ciencias políticas en la búsqueda de la solución a esta demanda geopolítica y hemisférica, que constituye el riesgo venezolano para la estabilidad y la sostenibilidad política, democrática y social de toda la región.
Miran para otro lado, se desentienden de la responsabilidad y el compromiso que tiene este organismo con la estabilidad regional, cuando colocan las ideologías políticas de los dirigentes políticos, por encima de los intereses generales y de las necesidades, sentidas de la población y la sociedad venezolana.
Usan de coartada a los Estados Unidos, unos y otros, para desacreditar la valiente y urgente decisión del Secretario General, al invocar la aplicación de la Carta Democrática, en el caso de los abusos y las violaciones de derechos del Gobierno Venezolano.
Pierden de vista estos representantes que en la diplomacia priman tres argumentos, la conveniencia política, lo que es de derecho internacional y lo humanitario. Pues en este conflicto los tres factores, le conceden sustentación a la decisión del Secretario Almagro. Conviene extender un contencioso, que le niega los derechos constitucionales al pueblo venezolano? Piden los venezolanos que se les permita recuperar la dignidad usurpada, y urgen de comestibles, medicamentos, servicios sanitarios y productos para la higiene familiar y del hogar.
Vive Venezuela la Tormenta Política Perfecta: Quiebra institucional del Estado, quiebra económica y quiebra social, después que un resultado electoral desatara la ira de un gobernante, en lugar de cohesionar el país. Un gobierno que coloca una bomba de relojería en las Altas Cortes, cuando eleva un Recurso de Amparo contra el Congreso por Usurpación, con el propósito de frenar y vetar todas las iniciativas ciudadanas.
Prevarica con los Tribunales Superiores y en el Consejo Nacional Electoral, organismo que ha pospuesto cinco veces el conocimiento de verificación de las firmas, para el Referéndum Revocatorio. Piensan los Embajadores de la OEA, que su decisión es sobre la final de pelota, entre los Tigres de Aragua y los Navegantes de Magallanes.
Tenemos por delante, la vida de más de 30 millones de personas, la suerte económica, política, comercial e industrial de miles de empresas y comercios, que generan millones de puestos de trabajo y dan empleos indirectos a otros millones de personas.
Preferir ideologías políticas, al decidir sobre la salud, la alimentación, la estabilidad económica, familiar y social de todo un pueblo, roza con un comportamiento delictivo. Pues es usar decisiones políticas para beneficiar a grupos, y para permitir el despojo y usurpación de derechos sociales, económicos y políticos, de grandes mayorías de venezolanos y de extranjeros que viven en ese país, incluyendo decenas de miles de dominicanos.