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19 Marzo 2024

Venezuela: un plan perverso a derrotar

En esta entrega me hago eco de esta condensada, profunda y audaz reflexión del intelectual Julio Escalona sobre la situación actual de Venezuela y las perspectivas derivadas del plan orquestado por la extrema derecha de ese país y el poder imperialista estadounidense. Su texto se titula “IMPUGNACIÓN Y GUERRA” y dice así:

“Capriles ha impugnado el resultado de las elecciones ante el TSJ. Han desconocido al CNE, al presidente Maduro, y desconocerán al TSJ. Desconocer las instituciones es una forma de subversión.”

“La declaración de Obama, la intensificación de la guerra en Siria con la participación de Israel, son una clara señal de que una vez que inician un proceso de desestabilización, continúan hasta el final, a menos que los derrotemos políticamente.”

“La relación entre política y guerra cambió. Ayer la guerra era la continuación de la política por otros medios. Hoy la política imperial es la continuación de la guerra por otros medios. Si las fuerzas imperiales nos derrotan políticamente, habrá guerra. Por eso hoy los errores políticos son tan graves.”

“La invasión es un hecho. Bandas de narco-paramilitares han ocupado zonas fronterizas, barrios, campos, cárceles; controlan el contrabando de gasolina, bienes de Mercal, tráfico de armas, sicariato, tráfico de drogas… Con redes «populares» lanzan invasiones de terrenos que negocian con gente pobre fortaleciendo su base social; secuestros exprés, motines carcelarios, guerras de pandillas, atracos, desorden urbano… La vida cotidiana convertida en un infierno.”

“El desconocimiento del resultado electoral y el llamado de Capriles a «descargar la arrechera» son la señal para que esas fuerzas entren en acción para la batalla final. Por eso se han sumado la cúpula de la Iglesia Católica y organizaciones como Provea.”

“Con guerra mediática y psicológica, fomentan desestabilización, inseguridad y miedo, bases del fascismo. Con participación de fuerzas de derecha y funcionarios públicos corruptos van constituyendo un poder paralelo. Si no actuamos a tiempo ese poder proclamará a Capriles como presidente electo.”

“Tiene razón el presidente Maduro, el asesinato del periodista Jhonny González es obra de sicarios. También el secuestro del concejal Rafael Albertos. Van a generalizar los atentados y la guerra económica, crear ingobernabilidad, a proclamar a Capriles presidente e invocar protección internacional. Tratarán de llevarse por delante la Celac, Unasur, Petrocaribe, la cooperación solidaria, el comercio justo, la soberanía…”
“El plan para una guerra regional está en marcha. Si ganamos la batalla política podemos impedir su ejecución.”

  • Motivaciones del recrudecimiento de la contrarrevolución.

La Venezuela de Bolívar y Chávez ha sido la bujía inspiradora de un camino desbrozado recientemente por la fuerza de un pueblo, que desde su nueva y original rebeldía cívico-militar, entendió que en un continente bajo dominación imperial no era posible recuperar su independencia y alcanzar su libertad plena sin unir voluntades con las demás naciones oprimidas, camino a la Patria Grande liberada y al socialismo redentor; más aún en medio de la pertinaces y perversas agresiones imperialistas encabezadas por el Norte revuelto y brutal que nos explota y saquea.

La Venezuela de Chávez -esa que se abraza a Bolívar, Manuelita Sáez, Martí, O’higgins, San Martín, Zapata, Sandino, Betances,  Duarte, el Che, Caamaño y Fidel- ha sido dínamo y factor solidario de una trascendente y profunda oleada transformadora, confabulándose entre sí sus enemigos jurados para generar fascismo, contrarrevolución interna e imperial, intervención pentagónica y guerra.

Esa Venezuela, que sobrevive con gallardía al delicado impacto de la dolorosa muerte inducida del comandante Chávez y que promete desde el nuevo gobierno del PSUV y el Polo Patriótico lealtad al valioso legado del comandante eterno, está ahora (por esa noble actitud y por el pérfido cálculo imperial sobre la “oportunidad” que le brinda la muerte de Chávez), sometida a un nuevo, agresivo y peligroso plan desestabilizador de factura imperial.

Un plan contrarrevolucionario que arranca con el desconocimiento de los resultados electorales (desfavorables para las derechas), que niega la legitimidad probada y mundialmente reconocida del gobierno Nicolás Maduro y que procura subvertir las instituciones vigentes, merece un rechazo categórico e inequívoco de nuestros pueblos.

Un plan desestabilizador que se perfila en los trajines paramilitares y conspirativos de la reacción interna, en las declaraciones incitadoras del presidente Obama y sus asesores, en el contubernio de Capriles con las fuerzas del guerrerismo colombiano, en las incitaciones del naciente neo-fascismo alimentado por la lumpen-burguesía- exhibe ya el rostro genocida y criminal de la subversión antidemocrática, de la agresión violenta y la amenaza de guerra. No olvidemos la siembra de bases militares en Colombia de cara a Venezuela y a la Amazonía, al petróleo, al gas, al agua, a la biodiversidad y a los minerales estratégicos presentes en la región.

  • Contraofensiva reaccionaria continental.

Esa contraofensiva de la gran burguesía transnacional trasciende las fronteras venezolanas y está presente y activa, con gradaciones variadas, contra todos los países del ALBA y más allá: contra todo el proceso hacia la segunda independencia continental, no importa su profundidad en cada caso (Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Brasil, Uruguay…); caminando parejo a otras similares en Asia, África, Medio Oriente y Europa.

La apuesta imperial –en el contexto de la multi-crisis crónica del sistema capitalista- es a la derecha, a la recolonización monda y lironda, a las agresiones multifacéticas (directas e indirectas) de ablandamiento y desgaste, a la ocupación de territorio con sus tropas y al empleo brutal de su decadente poderío.

Esto amerita un persistente concierto de movilización interna y de solidaridad mundial, que pasa por el avance en grande del torrente transformador colombiano (país vecino y plataforma de la CONTRA venezolana-estadounidense), hasta derrotar políticamente esos funestos designios.

De lo contrario, si no hay victoria política rotunda, profundización de las transformaciones emprendidas y rápida ampliación del apoyo y la participación popular, habrá guerra en Venezuela, traspasando a continuación las fronteras formales en el Norte de Suramérica, vórtice de los cambios continentales en marcha.

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