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Vergüenza y dinero

Si el principal problema de la Justicia fuera de presupuesto, el país debería brincar de alegría. Porque cuartos siempre aparecen. Construir un nuevo Palacio de Justicia, por ejemplo, no es nada

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Si el principal problema de la Justicia fuera de presupuesto, el país debería brincar de alegría. Porque cuartos siempre aparecen. Construir un nuevo Palacio de Justicia, por ejemplo, no es nada.

Pero las quejas sobre las deficiencias judiciales dominicanas son de otro orden. Tienen que ver, para comenzar, con el aparente limbo en que han caído expedientes como los de Odebrecht, los Tucano, la OMSA y otros.

Tienen que ver con la repartición de cuotas o islas de poder judicial según conveniencias partidistas, como si de cualquier vulgar pastel se tratase.

Tienen que ver con la gravosa injusticia que es la flagrante impunidad de muchos conocidos delincuentes con pellejo de Teflón (nada malo se les pega). ¡Y tantos escándalos!

El imperio de la ley y el debido proceso son aspiraciones legítimas que solo lograremos cuando la indolencia se acabe, porque ella es la mamá de la impunidad.

Todo lo que pasa que no debería pasar, pasa porque la poquita o inexistente indignación social lo permite. No es solo cuestión de presupuesto.

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