Vía Contraria: Sin partitura y desafinado

Si bien el presidente Danilo Medina ha creado una narrativa con sus acciones –más importante y contagiosa que él mismo como marca política-, el equipo económico, un ente de extraordinaria importancia, no ha tenido la misma suerte.

Por el contrario, este grupo burocrático amorfo, disperso y desconectado deviene en templo de las contradicciones y, con mucha frecuencia, en torre de Babel, con cada protagonista articulando su propio lenguaje y mirándose ensordecido en el espejo de Narciso.

Si piensan que exagero, pregúntense quién es el portavoz de esta estructura oficial y tomen en cuenta sus puestas en escena. José Ramón Peralta, quien debería estar circunscrito a cuidar la caja de la Presidencia como ministro Administrativo, asume la vocería de temas fiscales en un evidente desplazamiento del ministro de Hacienda.

Mientras Simón Lizardo plantea correctamente iniciar el pacto fiscal para mejorar la presión tributaria y la responsabilidad en el manejo de los recursos públicos, Peralta posterga esta iniciativa para 2015 y reitera, triunfal y satisfecho, que no habrá reforma tributaria, en un país casi arrodillado por el endeudamiento público.

El ministro de Economía, con una década en el cargo –tiempo suficiente para haber hecho transformaciones sustanciales en el modelo- anda pregonando que el nivel de pobreza es inaceptable, mientras en paralelo Peralta dice que vamos bien, con más empleo.

Guarocuya Félix, director de la DGII moderado y cauto, trata de hacer su trabajo nadando a fuerza contra la corriente de un establishment que no le ayuda a contener el contrabando, la falsificación y la informalidad.  Sobre el director de Aduanas, uno no sabe qué pensar, debido a su liderazgo opaco –quizás condicionado por sus antecesores, personalidades influyentes.

No vayamos más lejos. La semana pasada se nos dijo que el presidente Medina se reunió con el equipo económico. Al leer los nombres de los participantes, vi que los congregados eran en su mayoría del área fiscal. Nadie de las determinantes áreas monetaria y financiera –que han prodigado una década de estabilidad- estuvo presente. Tampoco de Industria y Comercio.

En síntesis, en economía el gobierno tiene un coro desafinado y sin partitura; parece gente que no se quiere entre sí. Es una suerte que la estabilidad no se haya roto.