El trágico naufragio de viajeros indocumentados en Miches, cuyo balance asciende ya a cuatro víctimas, vuelve a poner de forma desgarradora el drama de personas que ante el sueño esquemático de una vida mejor, se arriesgan a embarcarse en peligrosas travesías marítimas.
Son muchas las explicaciones, teorías y justificaciones que se exponen en cuanto a estos temerarios viajes, pero en realidad no hay una razón verdaderamente poderosa, racional y convincente para enrolarse, a pesar de todos los antecedentes y las advertencias del inminente peligro a que se exponen.
Los frustrados viajeros, algunos desafortunadamente en ruta hacia la muerte, en muchas ocasiones venden sus únicas pertenencias y toman prestado para obtener un puesto incómodo e inseguro en frágiles embarcaciones.
Estos navíos son tan débiles y sobrecargados de ocupantes que están condenados a zozobrar antes de alcanzar alta mar y otros a naufragar y en el mejor de los casos quedar a la deriva al entrar en las turbulentas aguas del canal de la Mona, donde el mar está infestado de voraces tiburones.
Los viajeros saben perfectamente de estos peligros porque los testimonios de sobrevivientes lo han expuesto con sobrecogedores relatos y detalles recogidos en la televisión, la radio y periódicos, y aun así esto no logra actuar como un eficaz disuasivo.
La recuperación de los cadáveres de dos jóvenes hermanas ha elevado a cuatro el número de víctimas fatales, mientras los informes son confusos porque mientras familiares de los desaparecidos se quejan de la forma en que se realiza la búsqueda, se habla también que algunos sobrevivientes se han escondido para evitar ser apresados e investigados por las autoridades.
La desesperanza y la falta de oportunidades de trabajo, por lo menos en cuanto a la medida y expectativas individuales, figuran entre los factores que impulsan a los viajeros indocumentados, alentados por las historias de amigos y familiares que logran alcanzar las costas de Puerto Rico para de ahí tratar de llegar al territorio continental de Estados Unidos.
Ni siquiera los informes difundidos ante el endurecimiento de los controles migratorios por parte de la nueva administración republicana en los EE.UU. han impedido poner término a estos viajes, a sabiendas además de las trabas y dificultades que desde hace un tiempo confrontan para obtener puestos de trabajo, debido a las fuertes penalidades que desde antes se aplicaban a quienes contrataban a trabajadores sin papeles.
Es de esperar que la gente recapacite y que la vigilancia en los litorales marinos sea reforzada, sobre todo en horas de la noche, para impedir estos viajes y que la Justicia aplique sanciones ejemplarizadoras a los organizadores que trafican con los sueños y necesidades de personas dignas de mejor suerte.