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Vulnerabilidad y Riesgo

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Henry Molina.

Si algo podemos aprender de la crisis en la economía mundial es que vulnerabilidad y riesgo son factores que deben ser reducidos o contenidos si  se quiere evitar que una economía fracase más temprano que tarde. Y que las burbujas especulativas, sin base sólida, terminan siempre en callejones sin salida o cuya salida es una crisis de grandes proporciones.

Eso vale también para la política, para la gobernabilidad y para la cohesión de una sociedad. Los factores de riesgo y vulnerabilidad de una sociedad tienen que ver con la satisfacción de las necesidades y demandas sociales, con el consenso alrededor de los procesos de decisiones sobre la gestión de la sociedad y con la capacidad de procesar y solucionar los conflictos sociales.

El estudio sobre las políticas sociales realizado por el PNUD por encargo del gobierno dominicano y las declaraciones de líderes empresariales en relación con el agotamiento del modelo de desarrollo y de sociedad con el que hemos avanzado en los últimos 50 años nos indican que nuestra sociedad tiene grandes vulnerabilidades que afectan las dimensiones de cohesión social, de gestión y solución de las demandas, conflictos y necesidades sociales y de nuestro sistema institucional. También se han señalado los riesgos. Debemos comprender que la sociedad dominicana, en tanto ordenamiento para la convivencia y para la solución de las necesidades del colectivo que como nación constituimos, está amenazada por grandes dificultades a las que debemos confrontar reduciendo los déficits acumulados y organizando nuestra próxima fase de desarrollo de modo tal que los factores de riesgo sean minimizados.

Nuestros actores políticos y económicos han estado viviendo una burbuja especulativa: la de un modelo social, político y económico excluyente que no ha resuelto los principales problemas de desarrollo humano y cohesión social, sino que ha postergado su solución mientras se dilapidan cuantiosos recursos sin reducir los déficits acumulados y heredados del pasado. Pero las burbujas, por duraderas que parezcan y por satisfactorias que sean para los protagonistas de sus aventuras, tarde o temprano se agotan.

Es tiempo de revisar con profundidad el modo en que hemos actuado frente a las advertencias y admoniciones. Contamos hoy con ejemplos e instrumentos que correctamente aplicados y rigurosamente concertados y compartidos por todos los responsables de la gestión de esta sociedad pueden llevarnos a buen puerto. Pero debemos poner fin a la fiesta, a la burbuja. O los riesgos y vulnerabilidades acumulados nos van impactar de tal forma que nuestras instituciones y modelos políticos y sociales perderán valor y se precipitarán en la crisis irremisible. Estamos a tiempo, pongamos remedio y reemprendamos el camino.

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