En República Dominicana, hablar de salud mental todavía es un tabú, pero cuando se trata de los hombres, el silencio se vuelve casi absoluto.
En República Dominicana, hablar de salud mental todavía es un tabú, pero cuando se trata de los hombres, el silencio se vuelve casi absoluto. “Aguanta como un hombre”, “los hombres no lloran”, “eso es de mujeres”... son frases que se escuchan desde pequeños, creando una barrera invisible pero pesada que muchos cargan sin saberlo.
El resultado: miles de hombres dominicanos lidian en silencio con ansiedad, depresión, estrés y una sensación constante de no poder hablar de lo que sienten. Y lo más preocupante es que, muchas veces, ni ellos mismos lo reconocen.
En una cultura donde el machismo todavía marca el ritmo, cuidar la salud emocional se ve como una debilidad.
Aunque históricamente el machismo ha sido analizado desde el daño que causa a las mujeres que es real y grave, también es importante entender cómo afecta negativamente a los propios hombres. Les impone roles, expectativas y cargas emocionales que no siempre pueden ni deben cumplir.
No siempre se nota. Muchas veces no hay lágrimas, sino reacciones que socialmente se aceptan: irritabilidad, violencia, aislamiento, adicción al trabajo, consumo de alcohol o conductas de riesgo. Detrás de un “él siempre está en su mundo” puede haber depresión masculina no diagnosticada.
Detrás de un “se la pasa en chercha” puede haber alguien huyendo de su propia mente.
En los últimos años, los casos de suicidio en hombres han ido en aumento en el país, y eso no es coincidencia. Es una llamada de atención que no se puede seguir ignorando.
La buena noticia es que sí se puede cambiar esta realidad, pero se necesita conciencia, educación emocional y romper el miedo a parecer vulnerables. Aquí van algunas acciones concretas:
|- Hablar sin miedo: Hombres que hablen con otros hombres, con sus parejas, con sus hijos, sin que se burlen de ellos por abrir su corazón.
|- Buscar ayuda profesional: Ir al psicólogo no es “cosa de locos”, es un acto de valentía. Cada vez hay más profesionales accesibles, incluso servicios gratuitos en universidades y centros comunitarios.
|- Revisar el lenguaje cotidiano: Evitar expresiones como “pareces una mujercita” o “deja el show” cuando un hombre expresa emociones.
|- Educar desde temprano: Enseñar a los niños que está bien sentir, llorar, hablar y pedir ayuda. Eso también es formar hombres sanos.
|- Tener espacios seguros: Grupos de apoyo, actividades de autocuidado, deportes conscientes, lectura, espiritualidad... todo lo que conecte a los hombres con su bienestar sin necesidad de competir ni aparentar.
Cuidar la salud mental masculina no es solo responsabilidad de los hombres. Es un trabajo colectivo, donde cada uno tiene un rol: la familia, los medios, las iglesias, las escuelas, los amigos. Se necesita cambiar la narrativa del hombre que aguanta en silencio por la del hombre que vive en equilibrio.
Porque sí, el machismo también duele, y sanar esas heridas emocionales es parte de construir una sociedad más justa, empática y saludable. Para todos.